¿Por qué Galicia va tan mal?

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DO TERRITORIO

OPINIÓN

28 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Hace poco hice uno de mis frecuentes recorridos por el norte de España. La comparación resultó inevitable y la sensación siempre la misma: «Galicia está ahora más atrasada comparativamente que hace diez años». Muchas fueron las razones y más aún las preguntas. Ahí van algunas: ¿Por qué las gradas de todos los astilleros cantábricos estaban llenas y las gallegas vacías? ¿Por qué la industria láctea es competitiva y la gallega no tiene más que problemas? ¿Por qué las explotaciones lecheras proporcionan calidad de vida a sus dueños como se advierte en la vivienda, en el estilo de vida y en el cuidado de las granjas? ¿Por qué el territorio está bien ordenado? ¿Por qué el modelo de desarrollo comarcal sigue dando excelentes resultados mientras en Galicia, donde el modelo tuvo su origen, se eliminó sin buscar un relevo mejor? ¿Por qué el turismo va bien en las ciudades, en las casas rurales, en las localidades costeras, en los parques naturales, y en Galicia va en disminución? ¿Por qué la movilidad en las ciudades y en el campo está bastante bien resuelta y en Galicia sigue con cinco años de retraso al menos? ¿Por qué el sistema productivo se recupera, aunque algunas empresas cierren o reduzcan plantilla? ¿Por qué la tasa de paro es menor? ¿Por qué las carreteras del Estado, las autonómicas, las provinciales y las locales están bien pintadas y tienen un firme excelente y en Galicia cada vez hay más baches? ¿Por qué atraen inversión extranjera y nosotros no? ¿Por qué los empresarios locales están comprometidos con los proyectos de su tierra y en Galicia no? En resumen, ¿por qué Galicia está ahora tan atrasada cuando hace diez años nosotros marcábamos la pauta? De verdad que me produce tristeza comprobar esta situación de postergamiento indolente y consentido.

Es hora de que nuestros responsables se den cuenta de que no basta con ajustar las cuentas, es necesaria una acción proactiva capaz de atraer crecimiento y una actitud abierta a un futuro distinto. En esta Galicia envejecida, con población declinante, con sus principales recursos naturales en abandono progresivo, con sus importantes factores competitivos aletargados, con una falta de visión moderna del desarrollo regional y local, con una burocracia tan estéril como insoportable, con un horizonte anclado en el inmovilismo, fuera de Inditex, Citroën, el vino o la comida, ¿dónde está la excelencia? Y tenemos recursos que habían alcanzado ese nivel de calidad o que hubiera sido posible lograrlo de contar con una política económica eficiente, pero también esa posibilidad estamos perdiendo. Miremos lo que pasa en la ría de Ferrol. Solo nos queda el Camino de Santiago, que ya no da mucho más de sí. Y no es solo cosa de la crisis, porque la misma crisis afecta a los demás, pero supieron gestionar mejor e implicarse más. La burbuja inmobiliaria hundió a muchos empresarios y a las cajas, la burbuja del consumo y de los centros comerciales cierra sin parar comercios de nuestras ciudades y villas, y ahora la burbuja del turismo nos encuentra con el pie cambiado. Aún tenemos recorrido, pero es preciso despertar del ensueño de un plus de éxito que nunca ha sido real.