Mientras escribo se ha posado un pajarito en la cornisa junto a mi ventana, y me he dicho: hombre, Hugo Chávez. Pero no se trata de un petirrojo, sino de un común y simple gorrión. Entonces pensé: Mariano Rajoy, que me viene a ver desde ese limbo donde vive como un poltergeist, tras la pantalla de plasma. Pero fíjense ustedes qué torpe estoy, que tampoco. Y es que se trata del pajarito que dice las cosas -ya saben, el de «me lo dijo un pajarito»- y comenzamos una breve pero interesante conversación. Me dijo que don Mariano se ha ido a vivir a un monasterio budista fundado por Osel, el niño lama, que como Ana, la de Enrique y ella, se ha hecho mayor. Me dijo que Montoro no miente, que es solo que se le ha acabado la batería de su HP -que significa Hewlett Packard y no lo otro-. También que con esto de la crisis económica a Mas lo van haciendo de vez menos. Y me dijo, en fin, que Letizia quiere fundar una nueva dinastía derrocando a los Borbones como estos hicieran en su día con los Austrias. Que es la hora de tirarse a la piscina como Falete, la hora de los Rocasolanos. El pajarito se va encendiendo y pía escandalosamente, que no sé ya si me hace confidencias o me organiza un escrache. Para mí que es un ave republicana, que le guarda rencor a Franco por lo del águila imperial. Vamos, como Ada Colau, de la que hablaba yo aquí la semana pasada. Por si acaso voy a darle unas migas de pan, no vaya a ser que al final sí que sea el compañero Hugo Chávez y me expropie las cuatro estaciones del Palé.