Hay días para preguntar cómo este país aguanta lo que aguanta. Y hoy no hablo del paro, ni de las preferentes ni de la angustia de tantas familias. Hablo de todo lo contrario: de la exhibición de dinero impúdico; de ese festival del latrocinio y el abuso que la actualidad nos sirve cada mañana. Hoy, sin ir más lejos. Hoy podemos leer que a Bárcenas se le descubrió otra cuenta de 25 millones de euros, con lo cual su supuesta fortuna se eleva a 47 millones. Hoy podemos ver que el partido que gobierna Cataluña se embolsó más de seis millones por comisiones del caso Palau. Hoy vemos que el Instituto Nóos, el de Urdangarin y su socio, se embolsó cerca de seis millones por sus trabajillos con Administraciones de la Comunidad Valenciana. Hoy nos podemos recrear en que Díaz Ferrán causó perjuicios a Marsáns por importe de 400 millones. No es una acumulación de noticias sacadas del archivo. Son informaciones que podemos leer en el diario de esta mañana. Desgraciadamente, son solo una parte (quién sabe si mínima) del saqueo nacional.
No retiro ese término: este país ha sido saqueado. Este país ha sido asaltado a mano armada de trampas y privilegios por los más diversos grupos de atracadores que actuaron dentro de los partidos, de las empresas y de las instituciones. Lo malo es que ya no sorprenden a nadie. Se nos ha endurecido la piel y estamos perdiendo hasta la capacidad de asombro. Hasta ahora hemos asistido al goteo de casos y, por escandalosos que sean, impresiona ver que la corrupción baja en los barómetros del CIS como gran problema nacional, tapado por las urgencias del desempleo y la economía. Y mientras, las cifras engordan por la investigación de la policía y los órganos judiciales. Creo que ha llegado la hora de cortar esta escandalera, que destroza la moral de la nación.
¿Cómo hacerlo? No veo otra fórmula que dotar de medios a los juzgados para que se terminen de una vez las instrucciones que están efectuando y no se eternicen. Hay que hacer funcionar con más eficacia la maquinaria de la Justicia. Hay que dotar de más medios a los órganos policiales de investigación como la UDEF. Hay que hacer un esfuerzo presupuestario y humano. Primero, para que salga de una vez toda la porquería que tenga que salir, porque nos da la impresión de que la corrupción es un saco sin fondo. Y segundo, para que se aplique el peso de la ley a quien haya robado. Es increíble que una sola jueza esté afrontando el escándalo de los ERE de Andalucía, con el riesgo de que caiga enferma, como cayó, y se paralice toda la instrucción durante meses, como se paralizó. Y es inaceptable que, mientras se agrandan los robos, esté cundiendo en la opinión pública la sensación de impunidad.