Bo Xilai y el inspector jefe Chen Cao

Uxio Labarta
Uxío Labarta CODEX FLORIAE

OPINIÓN

29 ago 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Si ustedes desean conocer análisis fundamentados de lo que sucede en China, sobre todo en su evolución política, acudan sin dudarlo a la página web del Igadi (Instituto Galego de Analise e Documentación Internacional), o a su Observatorio de la Política China. Pero si se encuentran asombrados por el juicio de Bo Xilai, uno de los príncipes rojos del posmaoísmo, hijo de un compañero de Mao Zedong en la cúpula del Partido Comunista chino en tiempos de la Larga Marcha, acudan sin dudarlo a la lectura de la obras de Qiu Xiaolong, poeta, profesor y escritor. Si tal hacen, no les sorprenderán las excentricidades que con motivo del juicio de Bo Xilai nos mostraba esta semana Paloma Almoguera en magnífica crónica desde Pekín.

Qiu Xiaolong, chino de la nación de Shanghái, residente en Estados Unidos de América, ha venido dando desde su primera novela Muerte de una heroína roja, las claves de los cambios protagonizados por la sociedad china desde la Revolución Cultural a la época de transición a la economía de mercado de Deng Xiaoping. De la mano de su inspector jefe Chen Cao, también poeta, tendrán una viva visión de la sociedad china actual, y aproximaciones a su historia reciente y a su cultura. También a la entrada en vigor, y aceptación, de una sociedad mercantilizada, con privatizaciones, negocios, corrupción y asesinatos. Y todo ello como lugar común a tanta novela negra o policíaca, desde Vázquez Montalbán a Petros Markaris, Lorenzo Silva, Camilleri, o Don Winslow, que con el interés y la pasión de la buena literatura nos adentran en el conocimiento de nuestras sociedades. Si tal hacen, la vida de una familia de la élite china, tal que la de Bo Xilai, no les sorprenderá. Corrupción, adulterio, inversiones en el extranjero, colusión de intereses entre lo público y lo privado, sobornos, chantajes, cohechos e incluso asesinatos, todo ello aflorado en ese juicio a Bo Xilai, no les sorprenderá.

Leer la crónica en este periódico de Paloma Almoguera donde se entremezclan la mujer, el hijo, el hombre de confianza, el empresario testaferro, el extranjero gestor de sus inversiones, los equilibrios de un tribunal para juzgar sin que alcance el juicio a la cúpula del poder del partido, apenas será una aventura más de las protagonizadas por el inspector jefe Chen Cao. Y además les sonarán como próximos muchos de los hechos que en ella se narran: sobornos, viajes de lujo pagados, clubes de fútbol, globos aerostáticos, peticiones de asilo en el exterior, y todas aquellas cuestiones que evidencian la vida de la aristocracia política sin control. Incluido un juicio que todo lo juzgue, pero que no inquiete el difícil equilibrio de un poder político y económico que sigue empeñado en nuevas reformas de un país donde la desigualdad, el consumo y las leyes del mercado adulterado están en los cimientos del poder.

«He estado a cargo del caso Wu, pero no ha concluido de manera adecuada», le dijo el inspector Chen a su madre. ¿Se ha hecho justicia?, le preguntó esta. Sí, si se deja aparte la política?».