Carlos Fabra, uno de esos presidentes de diputación que se perpetúan en el cargo lo que quieren, ha sido condenado por cuatro delitos fiscales y absuelto de cohecho y tráfico de influencias. Diez años ha tardado la Justicia en resolver el proceso. ¿Qué va a ocurrir con el caso Pokémon? A la vista de cómo se desinflan otras grandes causas por corrupción, es para temer que se quede en muy poco.