Mediúsculas y romanitos

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

07 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Un conocido monologuista se preguntaba recientemente con la solemnidad propia de las madrugadas televisivas: «Si hay mayúsculas y minúsculas, ¿por qué no hay mediúsculas?». Lo cierto es que hay letras mediúsculas, si bien esta denominación tuvo muy poca difusión cuando fue propuesta, seguramente porque competía con otra muy arraigada en el mundo tipográfico. Esa mediúscula de fugaz existencia parece proceder del francés mediuscule.

El sustantivo que mediúscula no llegó a desplazar es versalita, diminutivo de versal, que significa 'letra mayúscula'. Versal debe su nombre a que antiguamente todos los versos del poema comenzaban con mayúscula. Las versalitas son letras con la forma de las mayúsculas pero del tamaño aproximado de las minúsculas. Son las versaletas del gallego y el catalán, petites capitales en francés, small capitals (mayúsculas pequeñas) en inglés, que suelen abreviarse en small caps. Su empleo está hoy al alcance de cualquiera que disponga de un programa informático de procesamiento de textos.

Las versalitas tienen varios usos, uno de ellos en los números romanos. La Academia propone que estos vayan en versalitas cuando el sustantivo al que afectan se escribe con minúscula (siglo xx, tomo viii) y en versales si los números aparecen solos o van con un nombre propio o una expresión denominativa que se escribe con mayúscula (Capítulo VIII, Alfonso XII, II República).

La Academia establece una excepción a la norma según la cual los números romanos se escriben con versales o versalitas. Se trata de los empleados para numerar apartados o elementos de una lista. «... se escriben frecuentemente con minúsculas -dice en la Ortografía- y suelen denominarse, por ello, romanitos». Lo que choca un tanto con la naturaleza de los números romanos, llamados así porque eran los que empleaban los romanos, que los escribían con mayúsculas. La minúscula comenzó a emplearse en el alfabeto latino ya cerca del siglo III y tardó bastante en consolidarse.

Más aceptables son otros romanitos, nombre por el que se conocen en algunos lugares los ñoquis rellenos de jamón y mozarela. Procuren que no les falte la albahaca.