N o soy el más indicado para escribir sobre Paco de Lucía. A Marcos Teira le debo lo poco que conozco de flamenco. Pero Paco fue tan genial y profundo que a todos nos tocó algo de su pasión. A mí me llegó en los 80 con su sexteto. Años más tarde recuperé sus otras músicas. Al principio, por ese vicio tan de aquí, di por hecho que era digno de ser atendido porque lo decían fuera de España músicos a los que yo admiraba. Mis disculpas, Paco. Algunos teníamos la certeza de que ese sonido ya estaba ahí, de que Paco lo había cogido y usado, sin más. Nada más lejos de la realidad. Ese sonido era fruto de las licencias que se toma un genio de la creación. El cajón que toca Rubem Dantas, la flauta flamenca en los labios de Jorge Pardo, el bajo y la mandola de Carles Benavent nacieron en 1981 y poco a poco se fueron extendiendo por el mundo como lava de volcán que penetra en los oídos de la gente. En 1984 tuve ocasión de grabar con Jorge Pardo y puedo afirmar que entonces no era consciente de la magnitud de la impronta que iban a dejar en el mundo. El cajón flamenco lo introdujo Paco en la música tal como lo conocemos a partir del cajón peruano. Hoy en día se estudia como estilo propio en universidades y escuelas de todo el mundo. Como la forma de tocar la flauta de Pardo. Nadie tocaba la flauta de ese modo antes del sexteto.
La jerga flamenca entre los músicos se extendió por el mundo entero: palos, bulerías, palmas... Incluso la forma de producir sonido con su guitarra se fue consolidando hasta ser un paradigma de cómo se debe de ecualizar, mezclar y, en definitiva, producir un disco de flamenco. Era fuente y caudal. Aunque él no lo sabía.
Hay todo un sinfín de cosas que me acercan a su figura, como cuando afirma que lo importante son los músicos y no los instrumentos, acercándose al «...not what you do but the way you do» de Fats Waller. Cuando clama delicadamente que su guitarra es una «hija de puta» creo estar escuchando a la mayoría de los músicos de ley de este país.
Otra cosita; esta, de la modernidad: la sencillez de su página web. Resume de forma genial sus fobias y pasiones. Muy cercana. Acostumbrados a las programadas estrategias del mundo anglosajón anticipándose al éxito, puedo entender la actitud de Paco, asomado a través de esa honestidad y humildad que transmitía. Como que lo suyo no se lo esperaba, ni el éxito global, ni los premios, ni los reconocimientos, ni la impronta histórico-universal. Porque hogaño también surgen genios, el tiempo nos irá descubriendo la auténtica dimensión de Paco de Lucía.
Nani García es músico y compositor