Los empresarios del coro

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

04 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El Gobierno español ha montado un foro en Bilbao que aspira a ser un «Davos en pequeño». Tan en pequeño, que sus reflexiones y análisis se limitan a nuestro territorio y a nuestra economía y por eso se llama Global Fórum Spain. Está bien trabajado porque, a pesar de su limitada dimensión, ha logrado traer a la gerente del FMI y al presidente del Eurogrupo, que no suelen ser críticos con su anfitrión. Y ha logrado consolidar una interesante alianza del poder político y económico, visible en el coro de grandes empresarios que acuden a estos actos, siempre son los mismos y se distinguen por su entusiasmo en bendecir la política de Rajoy.

Esos grandes emprendedores parecen ministros de Economía en la sombra. A veces me pregunto de dónde sacan el tiempo para estar en todas las solemnidades a las que son invitados. Un día acompañan a los gobernantes en sus misiones internacionales. Otro día asisten a las reuniones del Consejo de Competitividad. Otro se convierten en propagandistas, defensores y financiadores de la marca España. Otro dan conferencias o hacen declaraciones para predicar los atractivos del país. Y si uno se desmarca en protesta por el mecanismo regulatorio de su sector (caso del presidente de Iberdrola), rápidamente matiza sus palabras y vuelve al redil del calorcillo gubernamental.

Esto tiene ventajas e inconvenientes. La ventaja principal es que el Gobierno no se siente solo a la hora de publicitar sus éxitos en la lucha contra la crisis. Esos empresarios le prestan el impagable servicio de hacer de eco generoso y de predicar en foros de amplia repercusión los logros de las reformas. De paso, sirven para demonizar a quienes niegan la salida de la crisis desde «ideologías trasnochadas», último hallazgo dialéctico del poder frente al discurso negativo de Rubalcaba. Y por último, ayudan al partido gobernante en su empeño en presentarse como el salvador de la situación en la línea electoral que ayer perfiló el señor González Pons: «Si los socialistas vuelven, con ellos volverá la crisis». Un Gobierno rodeado de empresarios con el botafumeiro encendido es todo lo contrario de la imagen obrerista que el PSOE quiere lucir.

¿Cuál es el peligro? Que esas personalidades, reconocidas por su talento y su dinamismo, se conviertan en palmeros del poder; que sean empresarios del coro que acompaña al Gobierno en sus actuaciones de relaciones públicas; que su visión, distante y distinta de la que pueda tener un empresario medio, contribuya a una visión deformada de la realidad económica nacional. Y algo más delicado: que el Gobierno no haga nunca nada que moleste o perjudique a esos señores y a sus empresas, ni estos hagan nada que pueda incomodar al poder.