Galicia debe vivir

Manuel Blanco Desar
Manuel Blanco Desar DECLIVE DEMOGRÁFICO

OPINIÓN

16 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Galicia debe vivir, no solo sobrevivir mientras mengua, encoge, agoniza. Galicia debe y puede vivir. A diferencia de cada uno de nosotros, ningún pueblo está condenado a la senescencia y la apoptosis. Los individuos envejecemos y morimos. Los pueblos pueden huir de ese destino. Sin embargo, Galicia no vivirá de forma digna como siga sin querer enfrentar esta su particular verdad incómoda.

A diario mueren unos 84 gallegos, mientras solo nacen unos 57. Hoy mismo morirán unos 27 gallegos más que los que nacerán para llenar su vacío. Esto no es futurología. Esto es una realidad matemática. Una realidad aún más incómoda que casi ningún gallego quiere ver, tal vez porque muchos solo van a lo suyo y piensan que mientras llegue lo que hay para sí mismos, los que vengan detrás que arreen.

Las crisis económicas son cíclicas y se arreglan. Sin embargo, la depresión de fecundidad que venimos padeciendo desde hace décadas es mucho peor. Los vacíos de los muertos no se colman. Por encima de no ayudar a superar el déficit acumulativo de juventud, esta crisis económica aun sirve para justificar panglossianamente la infecundidad. Pero otra verdad incómoda es que la fecundidad de los gallegos tuvo su mínimo histórico entre 1997 y el 2002, sin coincidir, pues, con una crisis económica como la actual.

Quien no quiera ver encontrará muchos motivos y excusas. He ahí la emigración. Mayor emigración sufren Grecia, Irlanda o Portugal, y ni de lejos han caído tan bajo en fecundidad. Irlanda es hoy el doble de fecunda que Galicia. Mayor crisis han tenido Extremadura o Andalucía, y tampoco. En todo caso, los emigrantes al menos pueden regresar y siempre sumar al futuro de Galicia. Sin embargo, los gallegos que no existen jamás lo harán. Pero los que no quieren mirar para no ver esta incómoda verdad al menos deben pensar qué será de nosotros en tan solo 15 años. Años que pasan volando, si recordamos qué hacíamos en 1999.

Multipliquen 27 por los días que hay en 15 años. Además, el gallego estándar es casi diez años más viejo que el irlandés, o cuatro que el europeo. En el futuro, el vacío de 27 gallegos diarios crecerá. La demanda interna caerá constantemente, por ejemplo en el mercado de la vivienda. De este modo, los que piensen sostener su vejez con alquileres o plusvalías pueden irse olvidando. El gasto sociosanitario se disparará por la mayor senilidad. Con el tiempo, cada comunidad autónoma tendrá que autofinanciarlo más, porque esta es la lógica de todos los Estados descentralizados? Un horror socioeconómico y cultural, que tiene su causa causarum en la persistente pertenencia de Galicia a la terna de más baja fecundidad entre todos los países y regiones de la UE.

¿Hay soluciones? Las hay. Pero, por favor, no propongamos soluciones fantasiosas, fuera de nuestro alcance, como si ya fuésemos boyantes noruegos. Esos recursos financieros, si los tuviéramos, escasos serían para mejorar los servicios asistenciales y sanitarios que merecen todos nuestros ancianos.

Nosotros necesitamos ya hacer más y mejor con, por desgracia, menos recursos. Por eso es fundamental gestar un gran pacto para crear un comisionado que analice el problema, proponga a la sociedad y al Parlamento soluciones viables e inmediatas, y asuma su implementación. Un comisionado parlamentario creado por una Ley con mayoría reforzada, que planifique a largo plazo y que, como distinguen los anglos, se centre en la policy y sea neutral en la politics. Galicia es su pueblo, antes que un territorio o que cualquiera de sus símbolos. Si evita esta verdad incómoda, solo será una negra sombra del pasado. Viva Galicia viva, por siempre.