Los de siempre vuelven a dar la nota. Bloque Nacionalista Galego, Esquerra Republicana de Catalunya y Amaiur vetan la declaración institucional sobre Adolfo Suárez en el Congreso, y los dos últimos se ausentan del hemiciclo cuando al final del pleno se guardó un minuto de silencio por el arquitecto de la Transición.
Como ofende quien puede, y no quien quiere, los demócratas debemos tomarnos este gesto de los nacionalistas como lo que es. Una simple provocación. Una más. Dado que se necesita unanimidad para aprobar una declaración institucional, nos quedamos sin el placer de escuchar tan merecidas alabanzas sobre el primer presidente de nuestra democracia. Pero no hay problema. La inmensa mayoría de los españoles estamos hartos de saber la labor que Suárez llevó a cabo en aquellos durísimos años, por lo que si los nacionalistas gallegos, catalanes y vascos pretendieron aguarnos la fiesta, que sepan que no se salieron con la suya. En cuanto a su ausencia en el minuto de silencio, si les soy sincero, casi me alegro.
Así los que respetamos la figura del inolvidable presidente estuvimos más tranquilos. Sin la preocupación de que boicoteasen tan solemne momento. No me cabe duda que Adolfo Suárez nunca hubiese escrito esta columna. Con su talante y empatía hubiese logrado convencerles que con estas actitudes no se llega a ninguna parte.