A ver si aprende Rubalcaba

OPINIÓN

14 abr 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

El grave incidente de gobernabilidad que se produjo en Andalucía, al serle retiradas a una consejera de IU sus competencias en materia de vivienda, debería servirle a Rubalcaba -y a todo el PSOE- para una profunda reflexión política sobre sus programas, sus lenguajes y sus alianzas, no vaya a ser que lo que en Andalucía se resolvió con el temple admirable de su presidenta, y con un magnífico toque de autoridad, acabe conformándose como un problema irresoluble en un hipotético y futuro Gobierno de España. Lo primero que me extraña es que, a pesar de tener una prolija historia de mayorías de gobierno -absolutas o suficientes-, el PSOE de Rubalcaba esté transmitiendo la sensación de haber renunciado a gobernar en solitario, y de que, lejos de exhibir sus planes contra la crisis o a favor de un nuevo tiempo de crecimiento, dé la sensación de estar obsesionado por incrementar su potencial de coalición para poder gobernar con IU y otros diversos indignados.

Y digo esto porque esa obsesión de Rubalcaba por hacerse simpático le está impidiendo ser preciso en sus análisis y propuestas, marcar con rayas rojas los límites de su informalidad jurídica, y lanzarle a IU, ERC y demás izquierdas aspirantes la firme advertencia de que si se quiere gobernar con el PSOE hay que tratar con seriedad el derecho, evitar las demagogias que bordean el sistema, y aceptar que la política española también la hacen las mayorías democráticas, aunque sea a través de elecciones soberanas.

Lo que sucedió en Andalucía no es tan raro ni tan nuevo como parece, ya que los efectos de ese roce con las izquierdas traviesas ya fue pernicioso para el bipartito de Pasqual Maragall, y absolutamente letal para el tripartito de Montilla, y a nadie debería caberle la menor duda de que de aquellos lodos desordenados procede la actual miseria electoral del PSC.

Y por eso me temo que si Rubalcaba insiste en llegar a la Moncloa, aunque sea a rastras, y se acuesta para ello con la demagógica indignación de IU, con el independentismo de ERC y con la tibieza nacionalista del PSC, su hipotético Gobierno puede ser una pesadilla irreversible, en la que, en vez de ser el propio Rubalcaba el que use el BOE para poner orden en las taifas de sus socios, sean estos los que finalmente le retiren los poderes a él.

Aunque san Agustín era cristiano y el PSOE es laico, no le vendría mal a Rubalcaba meditar un poco sobre el rechazo que deben suscitar los caminos muy fáciles: «Para ir a cualquier parte -dijo el obispo de Hipona- vale bien cualquier camino». Lo que viene a significar -sensu contrario- que si elige un buen destino hay que medir muy bien los trayectos y los compañeros de viaje. Al PSOE le sobran inteligencia y experiencia para saber que lo que se adelanta por los atajos siempre se pierde, después, con las malas compañías.