Acabo de terminar un largo viaje por diecisiete provincias españolas. Decenas de comarcas en todas las carreteras se anuncian como producto turístico local de referencia y los centros de visitantes aportan interesante información y conocimiento sobre los recursos turísticos locales. Aunque mi recorrido se centró en lugares de montaña y alta montaña, en todos los hoteles y paradores el lleno era común. Al llegar a Galicia, una vez más, el resultado es el mismo: la tasa de ocupación de Galicia, con el 55 % estimado, es inferior a la media española del 75 %. Como viene siendo habitual desde hace un año, Santiago, con el 65 %, y Pontevedra dan las cifras más bajas, mientras es A Coruña y los destinos clásicos de la Semana Santa gallega los que aportan mayor ocupación. Mejor comportamiento ha tenido el termalismo, pero en turismo rural nos quedamos año tras año por debajo de las demás provincias del norte de España. Otro hecho positivo es el incremento del turismo extranjero en Santiago, nuestro principal emblema turístico internacional, pero como el grueso de visitantes es nacional, son otros los destinos más frecuentados por los españoles: A Coruña con las cifras anuales más positivas y las Rías Baixas, principalmente Sanxenxo-O Grove, en el veraneo.
Si vemos en el turismo un factor complementario del desarrollo económico regional y local, como realmente es, esas cifras no serían preocupantes, pero si consideramos que en esta prolongada crisis los factores que podían ser alternativos en Galicia no están funcionando, el turismo es esencial. Por eso los resultados, recurrentes año tras año, deberían hacernos pensar. Si durante este tiempo la política turística de la Xunta sigue siendo la misma, y los resultados son también parecidos, tal vez llegó el tiempo de pensar en un nuevo modelo turístico más innovador y más adaptado a la sociedad actual. Algo no funciona como debería, es más casi me atrevería a decir que los resultados son contradictorios con la promoción oficial de los destinos: los que más se promocionan no son los de mejores resultados, y los que menos se publicitan tienen resultados mejores.
Algo pasa, algo no va bien, pero Galicia tiene potencialidades para dejar de ser año tras año el destino regional con menores estancias de la España cantábrica, a pesar de que nuestra estrategia de competitividad se ha basado en el bajo coste, ofreciendo los alojamientos más baratos de la cornisa. Llevamos diez años o más ofreciendo el mismo producto, y probablemente estamos en la fase declive de la curva del producto. Es necesario el recambio.