Una fábula deportiva

Alberto Blanco EN ZONA

OPINIÓN

19 may 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Mayo no es noviembre. Y los títulos siempre se juegan en este mes. En los partidos del todo o nada, el Real Madrid no es capaz de culminar su obra. Sigue incompleta. En este caso por un heroico, bien trabajado y creyente Maccabi. Similar cuento al del Atlético de Madrid.

Los grupos de David Blatt y Simeone son como gemelos dicigóticos. El líder espiritual está al frente del banquillo. Los roles definidos al límite. Y siendo sus presupuestos menores que los rivales, llegados el momento de sacar brillo, exponen todo lo que el deporte significa. Dan sentido a la fábrica de sueños que todo deportista y club lleva dentro. No siempre gana el que más dinero tiene o el que posee a los mejores jugadores. El deporte ofrece un arma más poderosa. El afán de superación. Ser ambicioso hasta el límite.

El Real Madrid nunca, nunca, se sintió cómodo. Los de Pablo Laso es cierto que contaron con ventajas en el marcador mediado el segundo parcial, pero no mostraban rotundidad. Más bien lo contrario. Primero Rudy, luego Felipe y en tercer término Sergio Rodríguez fueron el sostén ofensivo blanco. Pero a medida que el juego avanzaba, se veía que la fluidez del Real dejaba mucho que desear.

Y entró en su punto culminante cuando sólo fue capaz de anotar vía tiro libre (10 consecutivos) durante 8 minutos entre el acto final y el extra que nos ofreció esta final de la Euroliga. Ya en ese momento había entrado en ebullición un zurdo llamado Rice, que descabalgó toda la defensa blanca, y puso el rol de jugador secundario (curioso que el base americano y Rodríguez no sean titulares) en los límites de Edén. Estaba desbocado y él solito, logró cerrar la página de oro del Maccabi. Algo así como el golito de Godín.

Una fábula para recordar.