Las ciudades gallegas del siglo XXI

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

25 jun 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Hace unos años se formuló una receta sobre cuál debe ser el modelo de ciudad del primer cuarto del siglo XXI, es decir, para 2025. Y es esta: la ciudad del siglo XXI debe ser sostenible, inteligente y creativa. Sostenible por el respeto al medioambiente, por el balance energético, por su compromiso con el cambio climático, y sobre todo por la sustitución del automóvil privado por el transporte público eléctrico, preferentemente metros, tranvías y trenes de cercanías. Las autopistas y la urbanización dispersa, generadoras de fuertes emisiones de CO2 y alto consumo energético, son, en este paradigma, soluciones del pasado que es preciso transformar. Nosotros seguimos en ese pasado obsoleto.

También han de ser ciudades inteligentes por saber gestionar inteligente y responsablemente los recursos de las ciudades, tanto materiales como intangibles, por una mejora en la aplicación de las nuevas tecnologías orientada a la calidad de vida y a la sostenibilidad. De momento hay tímidos avances. En tercer lugar, las ciudades han de ser creativas: con una base económica en actividades del conocimiento, en un sistema productivo del tipo TIC. La cultura y la industria cultural pasan a ser generadores de empleo y de actividades, y con la atención a la propia identidad cultural y social se posicionan en base a la diferenciación y no en la imitación de otras ciudades. Y a través de estrategias de creatividad social, los ciudadanos podrán participar de manera abierta y plural en el diseño de la ciudad y en las soluciones y recursos urbanos.

Es el modelo que intentamos aplicar desde una asociación cívica al área metropolitana de A Coruña, pero que los lectores podrán extender, al menos intelectualmente, a las demás ciudades gallegas. Al hacerlo, nos daremos cuenta que nuestras ciudades tienen grandes posibilidades, pero también que nuestras políticas de infraestructuras, de participación, ambientales y productivas, están muy alejadas del modelo. Es notable el retraso en la implantación de la intermodalidad y las redes metropolitanas de ferrocarril o tranvía, mientras seguimos construyendo autovías que, además de impactar el paisaje, proyectan un modelo obsoleto. Lo mismo ocurre con algunas políticas urbanísticas ya que, aún habiendo avanzado en peatonalización y espacios verdes o rehabilitación de los centros y los barrios degradados, siguen repitiendo modelos superados de márketing arquitectónico o de renovaciones basadas en la imagen. ¡Como si el Gaiás no hubiera sido ya un escarmiento colectivo! Las ciudades y sus ciudadanos merecen una nueva mirada. Así nunca lograremos situarnos en la innovación y en la vanguardia. Contamos con talento y con una ciudadanía participativa, implicada y comprometida. Probablemente necesitemos nuevos liderazgos sociales.