Gritos sin eco

OPINIÓN

23 ago 2014 . Actualizado a las 10:42 h.

Fouad Twal preguntaba angustiado en julio: «¿Hay alguien que escuche nuestros gritos? ¿Cuántas atrocidades tendremos que soportar antes de que alguien en alguna parte venga en nuestra ayuda?» Twal es el patriarca católico de Jerusalén y se refería a las matanzas, secuestros y encarcelamientos, torturas y persecuciones de toda especie que padecen los cristianos en el mundo. Por la naturaleza de los hechos, resulta difícil fijar cifras: decenas de miles de asesinatos al año ?los datos bailan entre diez mil y ciento treinta mil; el 2014 batirá todas las marcas?, millones de desplazados, encarcelados, torturados, vendidos como esclavos, sin contar amenazas y hostigamientos que les impiden, no ya cualquier actividad pública, sino la mera posesión de una Biblia. Nadie parece escuchar sus gritos.

Ningún famoso ha levantado la voz o un cubo de agua fría sobre su cabeza ante la descomunal crisis humanitaria. Ni una manifestación tímida ni una pancarta, apenas unos cuantos miles de usuarios han colocado en su perfil de Twitter la letra árabe que designa a los nazarenos. Eso es todo. Las noticias asoman en los medios un rato si se refieren a mujeres: las casi trescientas chicas secuestradas de Nigeria, ¿qué fue de ellas?, o la condenada a muerte por convertirse. Las despelotadas de Femen no han podido defenderlas ante los imanes, porque andaban ocupadas en acosar obispos.

El progresismo occidental no simpatiza con esta causa porque está más acostumbrado a combatir las ideas cristianas que a defender la libertad de los otros. Y los conservadores, porque no son de salir a la calle ni de armar jaleo. O porque carecen de coraje o de principios. O porque no ven mercado.

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