Oporto, una ciudad inteligente

Andrés Precedo Ledo< / span> CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

23 ago 2014 . Actualizado a las 07:00 h.

Oporto se ha consolidado como una metrópoli europea para el siglo XXI. Así, en los esquemas de ordenación del territorio de la Unión Europea, Bilbao y Oporto son las ciudades metropolitanas de referencia internacional para la fachada atlántica del noroeste peninsular. No cabe duda que nosotros tenemos un déficit comparativo por las reducidas escalas urbanas, pero también por la falta de impulso para crear espacios metropolitanos de cooperación y competitividad, como recomienda la propia Comisión Europea para las regiones periféricas.

Ninguna de las ciudades alcanza la masa crítica necesaria para crear un polo de competitividad y de innovación, como serían la región urbana ártabra, entre Carballo-Coruña y Ferrol, o la región urbana de las Rías Baixas, entre Vigo-Pontevedra Vilagarcía, como figuran en nuestras Directrices de Ordenación del Territorio. Pero aquí los localismos de alcaldes con visión electoralista a corto plazo, impiden acciones estratégicas ambiciosas.

Pero hay más que el tamaño, también la inteligencia en la gestión. Para demostrarlo basta enumerar los objetivos estratégicos sucesivos marcados por la municipalidad de Oporto y vigentes en los últimos quince años. Primero fue la creación del área metropolitana. Se anuló el modelo administrativo inicial por inoperante (el que quiere poner la Xunta de Galicia en Vigo) y se creó una agencia metropolitana desburocratizada al estilo de muchas ciudades europeas y alguna española. A continuación, se puso en marcha el tren metropolitano para vertebrar la nueva aglomeración.

Después, ante una amenaza fuerte desde el aeropuerto de Lisboa, Oporto marcó su política: convertirse en aeropuerto internacional del noroeste para competir con Lisboa. Y lo consiguió. Con estos mimbres ya tenía las bases para ser un destino turístico internacional, creando productos propios, y se ha convertido en el principal centro de atracción turística del noroeste peninsular, para el cual Galicia es un espacio complementario.

Ahora quiere ampliar su tirón con la construcción de una gran terminal de cruceros turísticos, para ser el puerto base del Atlántico. Y a la vista de cómo van, no dudo que también lo logrará. Porto se pone objetivos, establece alianzas estratégicas con ciudades de su entorno, pone en marcha un ente público-privado para gestionar los objetivos y mira al futuro con ambición. Esa es la lección que nuestros alcaldes nunca han llegado a aprender, salvo dos o tres excepciones, naturalmente.