Ojo, la revolución magenta de Rosa Díez puede enmudecer. Todo iba bien, apenas algunas críticas a cierto dirigismo, cuando en las últimas europeas UPyD también fue sacudida por la irrupción de Podemos. Pobre. Rosa Díez, pionera en ver hueco en la diana del centro español y españolista entre el bipartidismo, estaría a punto de naufragar en la orilla después de tanto remar en solitario. Y lo lleva mal. El eurodiputado Sosa Wagner, con el que se enfrenta, sigue empeñado en que es lógico un pacto con Ciudadanos. Pero en el último consejo político Rosa Díez sacó la apisonadora y la cámara de fotos aquella de Alfonso Guerra que solo sacaba a los que se estaban quietos. Y puede ser el principio del fin. La amenaza de Podemos, por barlovento. La realidad de que Albert Rivera es un líder espabilado, más actual que la Díez, y que sí es consciente de que juntos UpyD y Ciudadanos suman más que uno más uno, por sotavento. Aun así, da la sensación de que se empeña en soplar a solas la tarta de un éxito. Un éxito que cada vez se ve más lejos y que Podemos y otras plataformas cívicas que están surgiendo pueden terminar de anular. De tanto deshojar la decisión, se va a quedar sin Rosa, a solas con las espinas. La política es mutación. Ella debería saberlo. Los socialistas dicen que su marcha del partido solo fue un ajuste de cuentas con ellos. Quien a hierro... Cuidado.