El de ayer fue un domingo tranquilo para el deportivismo, libre de esos sobresaltos que sufre el seguidor cuando ve a su equipo metido en la refriega de partidos con resultado incierto. Esta inquietud produce una desazón que resta la necesaria serenidad para aceptar las causas del mal juego, y las razones por las que se impone el equipo rival. Tal preocupación desapareció en el ambiente deportivista.
El punto alcanzado en Córdoba tranquilizó lo justo para que, a partir de ahora, aumente la esperanza de que el equipo coruñés acierte a entrar en un camino que permita recorrer el tramo de un campeonato en el que «vamos a sufrir», se escucha decir, en un deseo de ir preparando a los seguidores para lo que venga en una Liga que ha hecho poco más que consumir el primer cuarto del calendario.
Ahora, falta saber cómo le sentará a algunos equipos este incomprensible descanso. El parón puede influir notablemente en el comportamiento de los equipos aunque de distinta forma. Los que funcionan, corren el riesgo de perder su buen ritmo, al contrario de los que ya se ven con grandes problemas porque el descanso permitirá la vuelta de algunos hombres que están en la enfermería.
Un parón que se repetirá a finales de este próximo mes de diciembre para dar vacaciones a los futbolistas.