Hasta hace poco, el sustantivo miembro era masculino en todas sus acepciones, desde 'extremidad articulada en el cuerpo humano o animal' hasta 'individuo que forma parte de un conjunto, comunidad o cuerpo moral'. Sin embargo, de un tiempo a esta parte se emplea también como femenino con ese último sentido. Así, la mujer que era un miembro de un grupo también puede ser ahora una miembro del grupo.
La Academia lo percibió así y lo aceptó, lo que quedó de manifiesto en la edición del Diccionario del 2001, donde aparecía con la marca de común en cuanto al género, y en la Nueva gramática de la lengua española. Ratificaba esta el planteamiento avanzado en el 2005 por el Diccionario panhispánico de dudas: «Normalmente se usa como epiceno masculino, con independencia del sexo del referente [...] Pero hoy se está extendiendo su empleo como sustantivo común en cuanto al género (el/la miembro), uso que se admite como válido cuando se desee hacer explícito el sexo del referente».
Este uso de miembro como femenino tiene sus pros y sus contras. Su ventaja es que pone de manifiesto el sexo de la persona o las personas a las que se refiere sin necesidad de mayores especificaciones (Las miembros del club quieren dar a luz con epidural/Los miembros del club quieren dar a luz con epidural). Su inconveniente: chirría a los oídos acostumbrados solo a los miembros.
Si choca no es solo por su poco uso, sino también porque, de los más de mil trescientos sustantivos comunes en cuanto al género, son muy pocos los terminados en -o, frente a una mayoría de nombres terminados en -a. Entre estos figuran, por ejemplo, los formados con el sufijo -ista, que significan 'partidario de' o 'inclinado a' lo que expresa la raíz (comunista, europeísta, optimista) o designan a las personas que ejercen cierta profesión u oficio (periodista, taxista, anestesista). También hay muchos sustantivos comunes en cuanto al género tomados de los antiguos participios activos. Acaban en -nte (aspirante, ayudante, oyente).
Entre los pocos nombres terminados en -o que pueden usarse como masculinos y femeninos aparecen los de algunos grados militares (cabo, soldado, sargento), los de músicos designados por el nombre del instrumento que tocan (contrabajo, corno, violonchelo), siglas lexicalizadas (grapo 'miembro de los Grapo', geo ?miembro del Grupo Especial de Operaciones?), acortamientos (narco 'narcotraficante', otorrino 'otorrinolaringólogo'), y estos otros: canguro ('joven que cuida niños'), condómino, condueño, soprano, contralto, piloto, copiloto, modelo, mano ('el primero en orden de los que juegan'), trasmano ('segundo en orden en ciertos juegos'), reo y testigo.
Una alternativa a ese miembro femenino podría ser miembra, que puso de moda una ministra que se expuso a la lapidación, pero esa flexión de género despierta hoy aún más rechazo que lo que pretende arreglar. Está casi en el nivel de disonancia de robota e ídola, que oímos hace unos días en la radio. Y eso ya es demasiarse.