Están avisados. Si algo tuvo este 2014, fue la constatación de que la sociedad civil, el pueblo llano, la gente corriente, no aguanta más milongas; de tal suerte que a los mandarines ya no les vale echarle la culpa a ZP, al árbitro, a la pertinaz sequía o a la conspiración de los miserables de Víctor Hugo.
Ignoro qué autoridad moral queda en los poderes del Estado. Tengo muy claro que el 2015 además de celebrar el cuarto centenario de la segunda parte del Quijote, será de cambios por las buenas o por las malas. No vale estar ausente en reuniones del G-20. No vale poner la maquinaria propagandística al servicio de los deberes macroeconómicos. No vale con hacer pequeños cambios fiscales para terminar el primer trimestre diciendo que se han bajado los impuestos, se han mantenido las pensiones y se toman medidas aparentes para ayudar a la familia.
Nos importa un comino que la lenguaraz Aguirre se convierta en la cólera de la fontanería del PP. Nos importa otro comino que la sonriente y apasionada presidenta de los socialistas andaluces se reserve el derecho de quitarle los apoyos al sonriente y arriesgado escalador secretario general. Allá ellos con sus problemas. Son asuntos de disputas entre miembros de la curia que no se han enterado de lo que acontece: Hay un nuevo papa. Hay un nuevo escenario al que votar. Hay pobreza. Hay un viejo problema de gravísima incompetencia para crear empleo estable con salarios dignos, convertir la reforma y ayudas del sistema financiero en mucho más que en la sustitución de Botín padre por Botín hija. Se exige, sin más dilación, crédito para resistir.
A los funcionarios no los pueden estigmatizar más. A los pensionistas no los asustan con una intervención de la troika para quitarles una parte sustancial de la pensión. A los estudiantes no los engañan con los discursos de Rafael Hernando que quiere ser el malo de la comedia en la que no se tomaban en serio al de la coleta y ahora hay que insultarlo o mostrarlo como uno más, por haber tenido el valor de meterse en el pantano de su política, para secarlo.
No nos basta con gestos justicieros. No nos basta con abjurar de los antiguos miembros de la casa de la Zarzuela. Veremos qué pasa si la artillería del socio Torres alcanza cotas más altas que las del palacete de Pedralbes.
Entramos en tiempo de elecciones. Cada ciudadano un voto. Las urnas pueden y deben producir el cambio de siglo.