Qué diría Aristóteles de la Carreira do Conde

OPINIÓN

19 ene 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Antes de la Grecia clásica, que fundó nuestra civilización, ya había aglomeraciones de casas y templos. Pero no había ciudades, porque nadie había definido esos espacios en función de las relaciones de interdependencia que crean sus habitantes. A esa sociedad cooperativa, que diferencia a los humanos de otros animales, le llamaron polis. Y solo porque hay polis existen la política -que gestiona los espacios públicos y los derechos colectivos-, y los ciudadanos, habitantes de esa polis que en latín se dice civitas. Por eso Aristóteles decía que el Estado existe antes que los ciudadanos, porque sin él no es posible la ciudadanía.

Con esto se podrían explicar muchas cosas del mundo actual, donde hay millones de personas que no pueden actuar como ciudadanos porque carecen de Estado, o porque el poco Estado que tenían fue arrasado en nombre de la seguridad. Pero yo no voy a hablar de eso, sino de la remodelación de la santiaguesa Carreira do Conde -¡vaya quiebro!- y de Montero Ríos, y de la demolición prevista en la Praza do Matadoiro; de la rotonda de Coia y su barco en Vigo; del Gamonal en Burgos, y de los okupas de Sants, que le ganaron su guerra al alcalde de Barcelona. Porque todos los casos tienen un denominador común.

Los alcaldes actuales -víctimas del individualismo político generado por la crisis- no tienen ningún problema si solo van al despacho a leer el periódico. Pero todo se les complica si tratan de hacer algo, ya sea derribar un adefesio, adecentar una calle, generar un símbolo urbano o vertebrar un ensanche. Solo entonces surgen comisiones de afectados que invocan su peculiar derecho a decidir, aunque ese derecho se resuma en dejarlo todo como está. La disculpa siempre son los pobres. Pero la realidad suele ser otra.

Vivimos un tiempo en el que cada cual va a lo suyo, y nadie ve la ciudad como un todo. A aquellos que hemos elegido para gobernar los deslegitimamos en bloque -por mantas y corruptos- desde el primer día. Y todo lo que hay en la ciudad pasa a ser propiedad de sus diferentes okupas. La calle es de los que viven en ella. La rotonda solo es para el barrio. El Gamonal tiene que ser un aparcamiento para residentes. Los okupas de Sants son vecinos del barrio agredidos por la casta. Y la ciudad se va degradando, como idea, como espacio y como principio de convivencia y cooperación. Por eso no quiero dejar solos a los alcaldes que pleitean con vecinos a los que su calle les impide ver su ciudad. Ni ser cómplice del desenfoque que arrojan sobre la labor de Hernández, Caballero, y los alcaldes de Burgos o Barcelona, unos indignados que creen que su calle es más importante que su ciudad. Porque creo más en la política que en los intereses particulares. Y porque si la ciudad se descompone me quedaría sin calle. Y, al salir del portal, me caería al abismo.