En determinados asuntos deberíamos tomar ejemplo de las promociones en los grandes almacenes. Se ponen al día desprendiéndose de las maulas. Si siguiésemos sus pasos, podríamos afrontar como un paquete, un gran paquete, eso sí, los problemas de pillaje cotidianos que nos quitan el sueño. Porque cada mañana tenemos que compartir el desayuno con una nueva acusación y una nueva investigación sobre comportamientos piratas en las cúpulas políticas y bancarias; entre ellas la construcción y reformas de sedes. Ayer mismo se produjeron dos; los ocho años de cárcel que pide la Fiscalía a los juglares de Camps y el anuncio del juez Castro de investigar la financiación en Baleares. Anteayer fue Andalucía, el jueves, la cúpula de la CAM y los evasores fiscales, y mañana será cualquier otra rapiña.
El tiempo da la razón a los que sostenemos que en este país, mientras la mayoría pagábamos los impuestos, los partidos cambiaban cromos con los mismos a los que favorecían y algunos bancos asaltaban sin trabuco. Fue una práctica habitual, que poco a poco va aflorando, aunque puede que lo que sale a flote no sea más que un pequeño escaparate del inmenso saqueo. Los que perdimos la inocencia con Filesa, Naseiro y Mario Conde venimos advirtiendo que el saqueo forma parte de nuestras vidas. Que es más que una sospecha y que no cesó en todo este tiempo. Y seguimos teniendo la sensación de que el panorama no está tan aseado como quieren hacernos ver. Porque nadie nos asegura que mientras nos distraemos con los Gürtel y los ERE no nos siguen desvalijando aquí y allá. Por eso debería ponerse en marcha una promoción especial. Para despachar a los tramposos.