El maltrecho euro lleva desde el 2011 la firma de Mario Draghi. Si aún tiene algún billete de euro en su cartera, ahí lo puede ver. Pero ¿quién está detrás de esa letra menuda? Un hombre empeñado en salvar la moneda única al frente del Banco Central Europeo. Draghi casi no concede entrevistas, pero hace poco pudimos leer algunos detalles sobre la persona que hace equilibrios para que no caigamos en el foso de la deflación y para que no nos mate tampoco la hipertensión de la inflación. Casi un milagro en una Europa cuyos dirigentes hablan el mítico politiqués, que todo lo enreda y que solo entienden ellos. Es Mario Draghi, a tenor del reportaje aparecido, hombre tranquilo. Amante del deporte (jugó al baloncesto en su etapa escolar y ahora corre y juega al golf), sigue con su novia de toda la vida, una especialista en literatura. Pero, a pesar de que se quedó al mando de dos hermanos muy joven (perdió a su padre con 15 años y a su madre poco después), a Mario le dio tiempo a conocer dos enseñanzas de su padre que nunca olvidaría. La primera: «Hijo, ante la adversidad, valor». Y la segunda se la contó tras una visita a Alemania: «Había un monumento con una inscripción que decía más o menos lo siguiente: si has perdido dinero, no has perdido nada, puedes intentar recuperarlo con un negocio. Si has perdido el honor, has perdido mucho, pero puedes recuperarlo mediante un acto heroico. Si has perdido el coraje, lo has perdido todo». Las dos sirven para subrayar el carácter de Súper Mario que está haciendo que Draghi aguante como cabeza de una institución que los alemanes tienen atravesada. También le contemplan 18 horas de trabajo al día. Un italiano que está hecho de acero, no de la madera con la que Collodi construyó el mítico Pinocho.