El tic, el tac, el tictac y otras onomatopeyas

Francisco Ríos Álvarez
Francisco Ríos LA MIRADA EN LA LENGUA

OPINIÓN

07 mar 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

En los últimos días hemos asistido a varios episodios de interés periodístico en los que aparece como elemento clave la voz tictac, que representa el sonido acompasado de un reloj. Veamos dos títulos de periódico: «El tic tac suena para otro de los escaños europeos de Podemos»; «El tic-tac del Señor de los Tiempos», este último en alusión a la parsimonia del presidente del PP en el nombramiento de algunos candidatos. Ambos casos ponen de manifiesto que en la prensa apenas se utiliza el ortodoxo tictac.

Estamos ante una onomatopeya, unidad léxica con que se imita un sonido. Estos pueden ser tanto de fenómenos naturales o causados por cosas (toc, bang, gluglú), como de personas (ja, ja, ja; achís, bua) o de animales (guau, cucú, miau).

Como las interjecciones, tienden a ser monosílabas (chas, plas), aunque las hay polisílabas (rataplán, cataplum), a veces por repetición (blablablá, cricrí). En este último caso, cuando se trata de reproducir el sonido se pueden escribir en una palabra o en varias (ja, ja, ja o jajajá; Se oía tic, tac o Se oía tictac). Pero cuando se emplean como sustantivos suelen ir en un solo vocablo (el tictac del reloj). También admiten la repetición expresiva de vocales (muaaaaa) y de consonantes (aggg).

Hay quien considera que las voces formadas a partir de alguna onomatopeya también lo son. En este caso hay una mayor integración morfológica en la lengua que la necesaria solo para representar un sonido. Y surgen entonces, además de sustantivos, otras clases de palabras, como verbos. Son lo que algunos especialistas llaman onomatopeyas secundarias; otros, onomatopeyas cinéticas, y casi todos, voces onomatopéyicas (charco, farfullar, gorrino).

El español que se habla en Galicia tiene una palabra onomatopéyica propia, charamusca o charamasca, ?partícula con fuego o ya reducida a ceniza que salta de un cuerpo en llamas?. La primera es voz que comparte con el gallego, que con ese significado dispone de una amplia panoplia léxica: faísca, charamela, charamona, charamuza, chareta, moxena y muxica.

Aunque la onomatopeya de un mismo sonido suele tener expresiones propias en cada idioma. El español guau, por ejemplo, es woof en inglés, ouah en francés y wau en alemán. Y aunque todos los gatos maúllan igual, de los españoles se dice que hacen miau, frente al meow y al miaow de los ingleses y el miaou de los franceses.

Son muchas menos las onomatopeyas que representan y dan nombre a fenómenos visuales y no sonoros, como los vistos hasta aquí. Quizá los casos más característicos son tic ?movimiento convulsivo producido por la contracción involuntaria de músculos?, y zigzag ?línea que forma ángulos alternativos?.