La inclinación de la Tierra con respecto al sol oscila 47 grados cada seis meses. Como la Tierra es una pelota que gira, las zonas no tropicales experimentan grandes variaciones en la duración del día. En Galicia, por ejemplo, la diferencia en la duración día-noche llega a variar casi seis horas y media; y eso en solo seis meses, insisto. Por esa razón, y con buen criterio, la mayoría de los países del mundo en esa situación cambian su hora oficial para adaptarse un poquito a ese baile natural del sol. Hay, sin embargo, ciertos grupos de presión que se oponen al cambio. A ellos les digo que, en torno al equinoccio de primavera, el día aquí nos aumenta a un ritmo de? ¡media hora cada diez días! ¡En un mes el día habrá crecido más de hora y media! Esos grupos que se oponen al cambio quieren, además, modificar nuestro huso horario oficial. De hacerles caso, en Barcelona acabaría amaneciendo a las 4 y cuarto de la madrugada: sería un sol malgastado, que está bastante mejor centrado en nuestras vidas con el sistema actual, como espero que se pueda comprobar en esta Semana Santa, gracias a esta hora más de sol que tendremos por las tardes. Ah, y claro que se ahorra energía (un ahorro que irá aumentando más hacia el verano): hay más gente haciendo vida y disfrutando del sol a las ocho de la tarde que a las siete de la mañana, y eso es así gracias a este cambio de hora, que nos permitirá escapar un poco más de debajo de las bombillas. Feliz domingo de Ramos.