¿Qué Galicia promocionamos?

Andrés Precedo Ledo CRÓNICAS DEL TERRITORIO

OPINIÓN

06 abr 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Como tantos otros me he detenido a ver el vídeo que tanto dinero público costó a los gallegos. Lo que más me preocupa es que, en plena etapa de austeridad, se pretenda justificar políticamente todas las restricciones imaginables e indebidas en temas tan sensibles como la educación, la sanidad, la pobreza, la exclusión social, la atención a dependientes y a mayores, mientras se destina alegremente una cantidad considerable a un gasto tan superfluo. No sé si será por el apellido que lleva, o porque tiene aquí amigos bien situados que lo ayudaron, o por cualquier otra razón, pero, en todo caso, no acabo de comprender cómo se gasta el dinero en cosas como esta cuando en el propio ámbito de la cultura vemos cada día que salimos a la ciudad o al campo como nuestros monumentos se resienten del paso el tiempo, como nuestro patrimonio etnográfico se pierde, como nuestros referentes culturales que forman parte de nuestra identidad no tienen los cuidados debidos y como muchos centros históricos se caen. Menos aun comprendo cómo los cientos y miles de asociaciones, agrupaciones, personas individuales, y gentes de todo tipo no puedan encontrar financiación para desarrollar su creatividad y muchas veces ni siquiera su actividad.

Conozco casos de asociaciones culturales que tienen que pagar la luz y el alquiler entre ellos, la mayoría jubilados, porque no encuentran apoyo alguno. No tienen amigos bien situados, tal vez. Conozco también cientos de jóvenes que quieren desarrollar sus inquietudes musicales y artísticas en general y no pueden hacerlo por unas normativas absolutamente limitantes, y conocemos todos el efecto negativo que el IVA cultural ha tenido y tiene sobre nuestra cultura, sin valorar que mueve mucha más riqueza y personas de las que se cree.

En cambio hay dinero para estas cosas. Como lo hay también para financiar grandes exposiciones, que cuestan millones de euros y que solo atraen a colectivos organizados que van a ocupar su tiempo libre, y que apenas interesan a los ciudadanos como para motivar su desplazamiento. Me refiero a esas costosas realizaciones que se hacen en la Ciudad de la Cultura con el fin de justificar su existencia. Y lo peor es que para estas y otras cosas se contratan empresas de fuera mientas las nuestras apenas encuentran oportunidades.

Más aún, son financiadas con dinero privado que con sus patrocinios generosos bombean las grandes empresas gallegas y que podrían destinarse a fines más acordes con los verdaderos valores que constituyen la base para esa necesaria promoción de Galicia, teniendo en cuenta que es nuestra identidad la que construye nuestra diferenciación.

Por eso me pregunto, en estos tiempos de escasez, ¿qué Galicia promocionamos? ¿Será que la cultura se considera como una actividad propia de sociedades decadentes y se ve solo como un medio para el márketing mediático? Sea lo que sea me duele ver estas cosas en mi tierra.

Estoy seguro de que el nuevo conselleiro, por su identificación con la tierra que nos sustenta, aportará esa sensibilidad tan necesaria para abrir una nueva reflexión.