A los nueve meses, Podemos alcanzó su techo electoral y a los once de su éxito (5 escaños) en las elecciones europeas del 24 de mayo de 2014 ha dimitido uno de sus fundadores y el hombre clave en la financiación del partido desde sus albores y hasta los primeros pasos.
El microscopio de la Agencia Tributaria sobre sus declaraciones de la renta, torticeramente filtradas como todo lo que acontece en España en sus tribunales y agencias de investigación, puso a Juan Carlos Monedero en la plaza pública mediática y el zarandeo inmisericorde en tertulias de radio y televisión lo obligó a orillarse en la sombra por una temporada, sin que sus conmilitones lo defendiesen con el mismo ardor guerrero que ponían en atacar a la casta. Esta ausencia de coraje para arroparle creó en el ideólogo de la formación podemista un primer desengaño hacia los suyos, que con el paso del tiempo se ha convertido en venganza a escasos días de las elecciones más importantes a las que se enfrentan desde su nacimiento: las municipales y autonómicas del 24 de mayo y, previamente, la próxima semana, a la decisión de apoyar o no con su abstención la elección de Susana Díaz a la presidencia de Andalucía, casta entre la casta si la enjuiciamos con el prisma de Podemos.
Porque si no fuera venganza y cursado de factura por la falta de entusiasmo de sus compañeros en la defensa de su honorabilidad y servicios a la causa, no se entiende que el responsable del programa marco del partido haya renunciado a todos sus cargos, tras dos días de calentar el ambiente con palabras fuertes, y no en silencio y después del 24. Es difícil creer que Monedero, un hombre que ha demostrado dotes para la argucia política, no sea consciente del daño que hace a Podemos en vísperas de una campaña a cara de perro.
La salida por la puerta de servicio de esta figura determinante para las biografías políticas de los dirigentes de Podemos no se justifica en que «la organización se le quedaba estrecha», como ha declarado Pablo Iglesias, o en que «Juan Carlos no es un hombre de partido, sino un intelectual». Podemos lleva mucho tiempo en el ojo del huracán, en la vorágine política de pensar una cosa y decir otra, de desdecirse, de querer ir en la procesión y repicar, y, sobre todo, de tener que retratarse en Andalucía y después en toda España, pueblo a pueblo, capital a capital, comunidad a comunidad. Y este tejer y destejer, esta furbicia italiana no va con Monedero, que se ha despachado a gusto contra el partido que fundó, financió y dotó de doctrina y pensamiento.
Iglesias ha dicho también que Monedero es «un intelectual que necesita volar». Es poético, pero en los próximos días vamos a ver si trabaja para Podemos «sin la losa de las responsabilidades orgánicas», como ha anunciado Iglesias, o vuela libre y continúa dinamitando Podemos.
Con la salida de Monedero quizás está más expedita la vía de la abstención de Podemos en la elección de Susana Díaz, pero también el frenazo de la caída libre de IU, que recogerá mucho desencanto del 15-M con la formación de Iglesias y Errejón. Definitivamente, Podemos nació con un año de adelanto.