A día de hoy el español más patriota de todos es Pedro Sánchez. Mucho más que Rajoy, Rivera y Garzón juntos, pero bastante menos que Federico Trillo. Sánchez se ha exhibido al país ante una gran bandera española de la que llevamos hablando cuatro días, pero de dimensiones reducidas al lado de la que nos montó el embajador en Londres en la madrileña plaza de Colón, que es del tamaño del estadio Anxo Carro.
Desconocemos la finalidad de Sánchez en tan multitudinario acto; parece ser que pretendía anunciarle al mundo su candidatura a la Moncloa, porque la bandera se le llevó todo el protagonismo. Es lo que tiene hacer demostraciones de patriotismo innecesarias para tapar bocas y tranquilizar conciencias. Exhibición a medias, por cierto, porque no hizo sonar el himno, quizás temeroso a que se lo pitaran.
Si el Partido Socialista es democrático, constitucional y está legalizado, resulta absolutamente innecesaria la demostración de lealtad realizada. Y entendemos que así es. Mal empieza el recorrido el populista, extremista y radical Sánchez si aún tiene que demostrar su respeto y el de los suyos a los símbolos del Estado.
Siempre nos quedará la duda de saber qué pretendía Pedro Sánchez con su enorme bandera. Quizás atraer al voto moderado. O, sencillamente, irritar a Rajoy. Aunque lo más probable es que quisiera ocultar su falta de soluciones para los graves problemas que padece el país. Porque, como bien dijo Kin Hubbard, cuanto menos aporta un político, más dice amar a la bandera.