Cuando el juego se pone duro

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa FARRAPOS DE GAITA

OPINIÓN

23 sep 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando el juego se pone duro, los duros entran en juego. Creo que lo soltó John Fitzgerald Kennedy durante la crisis de los misiles de Cuba, pero tampoco estoy muy seguro, porque hay mucha frase que se atribuye a JFK y luego resulta que ya era de Lincoln, y no lo voy a guglear, porque si gugleas mucho, en vez de una columna te sale una ficha de la Wikipedia y tampoco es eso.

En Cataluña, ahora que hasta los empresarios y los banqueros se han dado cuenta de que el pulso de Mas con la realidad iba en serio, el juego se ha puesto duro, pero sin ningún Kennedy a la vista, y ya están sacando de debajo de las sábanas y la naftalina la artillería pesada. Los indepes, sin ir más lejos, han desenfundado su arma de destrucción masiva, que es poner a Karmele en la portada de Interviú tapada apenas con una estelada. Y eso ya es un argumento de peso, porque si con la independencia los separatas se llevan puesta a Karmele y la recluyen en TV3, entonces lo que se llama el resto de España igual ya empieza a mirar el proceso con otros ojos.

Para contrarrestar esa maniobra maquiavélica, desde la otra trinchera amenazan a los de Junts pel Sí con dejarlos sin pensiones y ponerles a cambio un corralito, a lo que Mas ha respondido sacando del armario la camiseta antisistema. Él, el yerno ideal de las suegras de lo alto de la Diagonal, ahora pide que se vayan los bancos y ofrece cortes de mangas a los partidos de Madrid. Si la campaña durase tres días más, Artur iba a acabar adelantando por la izquierda a la furgona rupturista de la CUP.

Tal vez los secesionistas ya van tan lanzados que son capaces de vivir sin pensiones, sin cuentas corrientes y sin las medicinas del abuelito, pero, ojo, porque el último aviso para navegantes de las consecuencias que traería la independencia trata de un asunto mucho más grave: en caso de desconexión, el Barcelona y el Espanyol (qué paradoja) tendrían que abandonar la Liga. Y el fútbol ya son palabras mayores. Porque si hay algo que vertebra a esta España cada vez más invertebrada es un Barça-Madrid, aunque Messi y Cristiano no salgan en la Constitución.

Algo así explicaba hace unos días António Lobo Antunes en una entrevista. Durante la guerra de Angola había un instante en el que todo se detenía: «Cuando jugaba el Benfica, escuchábamos los partidos por la radio y orientábamos los altavoces del cuartel hacia el exterior. Durante 90 minutos no nos pegaban ni un tiro. Los guerrilleros eran del Benfica, como nosotros».