Hace unos días citaba el artículo de Luis del Olmo, Un largo paseo. Tal era lo que recomendaba a Artur Mas y Rajoy para no seguir entorpeciendo la solución al conflicto catalán. También otras cuestiones de tono mayor: reforma constitucional, listas abiertas y nueva ley electoral que aproximara persona a voto en términos de igualdad.
Los resultados electorales parecía que podían llevar a ese camino. Sin embargo, los últimos acontecimientos derivados de judicializar la política impedirán ese paseo profiláctico y entorpecerán cualquier necesario diálogo.
Los resultados electorales han sido problemáticos para Junts pel Sí y para la investidura de Mas. Ambos derivados de las posiciones adoptadas por la CUP, tanto por su reconocimiento de no haber sido ganado el plebiscito como por su rechazo a las políticas de derechas de Mas. Pero, como no puede faltar un roto para un descosido, mientras esperábamos un debate sobre los resultados y políticas derivados de unas elecciones, las bombas sembradas por la brigada Aranzadi, Enric Juliana díxit, empezaban a explotar.
La querella presentada por la Fiscalía General a instancias del Gobierno, con renuncia del fiscal general Torres-Dulce incluida, y admitida a trámite hace nueve meses, se activaba dos días después de las elecciones, acompañada por la descarada explicación de un ministro de Justicia popular que aporta las razones de ese demediado poder del Estado que es el judicial. Así, lo que debiera haber sido un proceso político democrático, se ha convertido en el mantenimiento del conflicto con Cataluña, convirtiendo a Mas en mártir patrio y resucitándolo luego de su enésima derrota política.
Y uno comprende que la estrategia popular de Salvar al soldado Mas responde a su interés por mantener el conflicto con el objetivo de que las elecciones de diciembre le permitan mantener su poder. Si tuvieran dudas de ello deben acudir al análisis del señor Aznar sobre las consecuencias para los populares de aflojar en el conflicto, alertados además por la emergencia fuerte de Ciudadanos y la estabilidad de los socialistas. Derivada de tales análisis, es la condena de la equidistancia hecha por Rajoy dirigiéndose al socialista Sánchez: «Usted ha jugado a la equidistancia entre los que defienden la Constitución y los que desafían al Estado. A lo que se ve, para usted vale todo», por más que ahora señale el diálogo, la finura y poca ansiedad como virtudes para abordar el problema catalán.
Lamentablemente la irrupción del ministro de Justicia, Catalá, para explicar las razones de la activación judicial de la querella a Mas dejan ver la mano larga del Gobierno negada por Rajoy. Y razones jurídicas aparte para querellarse contra el presidente catalán, la situación que ello crea permite reforzar las exigencias a la CUP para salvar a Mas, lo que al parecer conviene a la estrategia del Partido Popular para mantener el conflicto. Todo sea por diciembre y el poder en juego.