Elecciones generales

Jaime Miquel
Jaime Miquel TRIBUNA

OPINIÓN

12 oct 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

El Partido Popular (28,3%) ganará las elecciones generales del 20 de diciembre, aunque con un resultado tan escueto como 7 millones de votos y unos 120 escaños en toda España. El PP sale de los comicios catalanes en el umbral bajo de su resultado y alejado de los ocho millones, el 32% de los válidos; si este porcentaje es utópico para el PP, calculen dónde queda el 35% de Pedro Arriola. No saben dónde están, pero saben perfectamente quiénes son y esto se resume en dos ideas.

La primera es que son la única garantía del buen gobierno, el cumplimiento de la ley, el orden y la unidad de España. Este discurso se dirige a un elector que se ha extinguido en la mitad más joven del censo y ya no es eficaz, porque estos jóvenes no se asustan sino que huyen hacia otro lugar, y esto lo acabamos de comprobar en Cataluña. La segunda idea es que ellos, el PP, son insustituibles para gestionar la economía española.

A su favor, el aplauso europeo y el beneplácito de los poderes financieros. En contra, la realidad de las familias y la desconfianza de las personas en la clase política que representan junto al PSOE. El segundo en contienda es el PSOE (22,7%), con 5,7 millones de votos y 95 escaños. La mitad de sus votantes ya han cumplido los 55 años de edad y les sucede lo que al PP, y es que vuelven derrotados de Cataluña. Han hecho el ridículo, muy especialmente Felipe González, Alfonso Guerra, Susana Díaz, Pedro Sánchez y otros que han aportado su muy español punto de vista; el resultado es de Miquel Iceta, que ya se había hecho espacio con su España diferente. ¿Hasta dónde puede llegar este PSOE de Pedro Sánchez? Hoy por hoy, hasta los 6 millones de votos y los mismos escaños.

Luego viene Ciudadanos (18%) con más de cuatro millones de votos, y a continuación Podemos (15%). Por lo que respecta a Ciudadanos, las elecciones autonómicas de Andalucía nos enseñaron que la gente estaba votando al hueco, a la esperanza, a la idea de una identidad liberal o conservadora nueva, adecuada al siglo XXI y convergente en términos UE, sin excepción española de clase alguna. Lo que significa el lugar de encuentro, el diálogo, la inteligencia y la solución consensuada ante cualquiera situación, lo que incluye el modelo territorial del Estado; y este, el reto de Ciudadanos, dar respuesta a esta expectativa.

Podemos ha transformado el proceso constituyente en la reforma de la Constitución, ha abandonado la moratoria en el pago de la deuda y ha pactado con el PSOE para eliminar al PP. Todo esto, jaleando a Tsipras. Están reproduciendo la política de cuotas de la vieja izquierda y así engendraron Catalunya Si Que Es Pot, un artefacto perdedor: el resultado es secundario. Lo principal es la cuota, cuánto gano y cuántos pongo de los míos, y esto explica, por ejemplo, el empeño de Pablo Iglesias y Mónica Oltra en alcanzar, con Compromís, el mismo acuerdo perdedor en la Comunidad Valenciana.

La vicepresidenta de Ximo Puig es consciente de que esa idea es rechazada por sus mayoritarios socios de coalición, luego trata de ejercer caudillaje y esto nos da una idea de lo que están haciendo.

En definitiva, el negocio aleja a Podemos de la demanda y su proyecto electoral está en crisis en vísperas de las elecciones; aunque muy relativa o menor, porque menos da una piedra, por lo menos son jóvenes, están preparados y se les supone honestos. Además, no hay otros, porque lo de IU es lo mismo pero en viejo. La gestión de la economía es lo único que le queda al PP de Rajoy como factor para intentar ganar mercado, lo demás ya es pasivo. El PSOE de Zapatero fracasó como gestor, luego puede darse por descartado para aplicar de nuevo sus políticas con el respaldo de la mayoría social.

Son Luis Garicano, el economista de Ciudadanos, y Vicens Navarro, o incluso el recién incorporado Piketty, los economistas aparentes de Podemos, quienes tienen que explicar que los insustituibles no existen en ningún lugar de la Unión Europea, esa especie se extinguió hace décadas. Y en ese lugar teórico donde cualquiera es capaz, tendrán que demostrar que gestionan la economía mejor que De Guindos y Montoro juntos.

Si alguno de los nuevos convence de esto, ganará a su rival directo, se acercará peligrosamente al PSOE y destruirá la campaña del PP, aunque no su resultado de 7 millones de votos, porque ese dato, es estructural.