¿Bipartidismo o cuñadismo?

Luís Pousa Rodríguez
Luís Pousa FARRAPOS DE GAITA

OPINIÓN

16 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo del lunes por la noche en las teles fue en realidad un anticipo del menú de Nochebuena que se servirá estas Navidades en muchas casas: una ración doble de cuñadismo, ese deporte en el que España (solo faltaría) también lidera los escalafones.

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez se zurraban con las frases pregrabadas en su cerebro por los asesores y gurús del negocio electoral y Manuel Campo Vidal hacía de ese suegro que le tapa las orejas a los nietos mientras asiste perplejo a la discusión de los cuñados entre los langostinos que aún no se han ido y la carne al horno que todavía no ha llegado (porque en eso consiste exactamente este interminable oficio de difuntos del bipartidismo). La riña entre plato y plato es la liturgia suprema de la religión cuñadista, solo por detrás de los chistes rijosos y de las recomendaciones de restaurantes ocultos en recónditos pueblos a los que solo se llega por sinuosas carreteras secundarias guiado por las coordenadas del GPS que el cuñado custodia con más sigilo que el PIN del cajero.

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez rozaron las cimas del género cuando pusieron sus nóminas sobre la mesa, yo cobro 88.000 euros brutos al año, pues yo 78.000. Pero cuando definitivamente tocaron el cielo fue al sumar los diez puntos, en plan Nadia Comaneci del cuñadismo perfecto (sí, la comparación también es de Cuéntame para no alterar la atmósfera de vajilla de Arcopal del cara a cara), con un diálogo antológico:

-Escuche, que igual aprende algo.

-Eso es difícil.

Todo fue muy rancio y viejuno. Parecía que en cualquier momento iba a asomar la jeta de David Hasselhoff para susurrarle a su reloj: Kitt, te necesito. O incluso que iban a dar paso a unos minutos musicales con Raffaella Carrà y el ballet Zoom sobre la mesa camilla del bipartidismo. Fue el guion soñado por los tuiteros, porque los zascas y los memes ya se fabricaban solos en el plató y salían automáticamente en las cuentas de Twitter.

Por algo será que el cuñado, ese cruce genético entre un tertuliano de la Fox y el tipo de la pandereta de la tuna de veteranos, se llama también hermano político.