Los defensores del chavismo y aquel pirata honrado

Roberto Blanco Valdés
Roberto L. Blanco Valdés EL OJO PÚBLICO

OPINIÓN

18 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

Es muy difícil entender que dirigentes políticos españoles que se autoproclaman progresistas puedan sentir simpatía por el régimen político chavista. Pero que le profesen, no ya simpatía, sino rendida admiración, resulte sencillamente delirante.

¿Admiración por qué, cabría preguntarse? ¿Por ser el chavismo la creación de un militar desleal y fanfarrón, que saltó a la fama tras su fracasada intentona golpista contra el régimen constitucional de su país? ¿Admiración por un régimen político que basó su éxito en la manipulación sistemática de los medios públicos de comunicación, en el agresivo acoso a los privados que no comulgaban con ruedas de molino y en el dispendio sistemático de la inmensa fortuna procedente de la venta del petróleo que, cuando el barril estaba por las nubes, se malbarató en crear la base electoral que debería garantizar el ilimitado disfrute del poder a un megalómano? ¿Admiración, quizá, por la saña con que el chavismo persiguió a la oposición democrática, algunos de cuyos más significados dirigentes dieron con sus huesos en la cárcel? ¿O admiración, en fin, por una nefasta gestión de la economía, que, amparada en un nacionalismo populista, ha provocado la catástrofe de un desabastecimiento masivo del mercado y condenado a vivir miserablemente a millones de personas?

¡Menudo progresismo el que se bate el cobre en defensa de Chávez, el chavismo y sus epígonos! Y sin embargo?

Sin embargo, a los dirigentes de Podemos, que tenía muchas y muy buenas razones para defender a sus venezolanas amistades peligrosas, que habían sido para ellos amistades generosas, le ha salido en Galicia un émulo curioso, En Marea, algunos de cuyos dirigentes han decidido aplaudir con fervor a dos tipos literalmente impresentables: Chávez y Maduro, su heredero, a quienes nadie en su sano juicio se atrevería a presentar en parte alguna donde se aprecien las libertades democráticas. La solidaridad de En Marea con el chavismo, derrotado por una sociedad harta de tanta mascarada y tantas colas, sería pintoresca sino resultase claramente bochornosa. Si esto es progresismo, que venga Marx y lo vea.

Paco Ibáñez musicó un precioso poema de José Agustín Goytisolo (El lobito bueno) cuyos versos no me resisto a recordar porque vienen ahora muy a cuento: «Érase una vez/ un lobito bueno/ al que maltrataban/ todos los corderos./ Y había también/ un príncipe malo/ una bruja hermosa/ y un pirata honrado. Todas estas cosas/ había una vez/ cuando yo soñaba/ un mundo al revés».

Al parecer, En Marea cree en las brujas hermosas, los piratas honrados y los lobitos buenos. Es decir, sueñan un mundo al revés, donde les parece normal admirar a los golpistas fracasados, con vocación autoritaria, y una anormalidad intolerable que ponga en marcha su programa electoral quien ha obtenido para hacerlo el respaldo mayoritario de una sociedad donde se respetan escrupulosamente las libertades democráticas.