Que nadie esgrima el argumento de que la culpa del puñetazo propinado a Rajoy en Pontevedra es atribuible al comportamiento de Sánchez en el debate del pasado lunes. Eso sí que es una mezquindad. Como jurista, no puedo pasar por alto que al agresor le falten apenas tres meses para alcanzar la mayoría de edad, lo que le supondrá dejar de pasar hasta seis años entre rejas. ¿Hubiera actuado de forma tan violenta si nos encontráramos en marzo del 2016? Me inclino a pensar que no, pues estos individuos están sobrados de información, y de asesoramiento, y no dan puntada sin hilo. Sabe que muy mal se tienen que poner las cosas para que la Justicia le imponga una pena superior a despegar chicles de las calles durante una temporada. ¿Habría que reformar la ley del menor? En absoluto, ya que pagarían justos por pecadores. ¿En tres meses este niño bien metido a antisistema va a madurar lo suficiente para que se le pueda tratar penalmente como a un adulto? Para nada, pero aún así hay que fijar un antes y un después. Mientras individuos ya talluditos, siempre los mismos, jaleen por las redes sociales a estos críos para que cometan estas fechorías, y lo hagan con absoluta impunidad, estos hechos seguirán ocurriendo. El menor merece un castigo como menor. Los otros, como mayores.