El miedo al día 21

Fernando Ónega
Fernando Ónega DESDE LA CORTE

OPINIÓN

18 dic 2015 . Actualizado a las 05:00 h.

A medida que se aproximan las urnas, y ya se tocan con la mano, se agranda una duda: ¿cómo se va a gobernar este país? No pregunto quién, sino cómo. El señor Rajoy aumentó la intriga al decir que todos los partidos están en empate a cero, lo cual confirma lo escrito en esta columna hace tres días: van a ser las elecciones del último minuto. A partir de esa visión del presidente, tienen sentido algunas preguntas: ¿obtendrá el PP suficientes escaños para intentar gobernar en solitario? ¿Sumará con Ciudadanos mayoría bastante para mantenerse toda la legislatura? ¿Cabe alguna combinación que no sea esa? ¿Cabe, por ejemplo, una mayoría surgida de la unión de partidos que el PP denominó hasta ahora «alianza de perdedores»?

No es cuestión de ponerse a especular con las posibilidades que quizá se abran este domingo al cierre de las urnas, pero el espectáculo es apasionante. Quizá nos hayamos cargado el bipartidismo, pero sin recambio suficiente. Quizá los nuevos partidos se han puesto a crecer después del debate Sánchez-Rajoy. Quizá no ocurra nada sensacional. ¡Qué sabe nadie! Pero creo que vale la pena aprovechar estas horas de aproximación a la meta para hacer alguna reflexión. Lo peor que podría pasar es que no se pudiera formar ninguna mayoría consistente y entrásemos en un período de inestabilidad de duración indeterminada, con los mercados pendientes de la política y la cuestión catalana abierta en canal. ¡La cuestión catalana, con todas sus deslealtades!

La reflexión que propongo es esta: ¿por qué sería tan difícil una alianza de gobierno? Por dos razones. La primera, porque hemos perdido la cultura del pacto. Dicho con más justicia: nuestros políticos han perdido la cultura del pacto. Los acuerdos sellados tras las elecciones municipales de mayo tuvieron intenciones legítimas, pero poco constructivas: los pactos de izquierdas nacieron con la intención única de desalojar al Partido Popular y los de Ciudadanos apoyaron al PP en Madrid y al PSOE en Andalucía como fórmula de equilibrio que avalara su centrismo ante las generales.

La segunda, porque desapareció la generosidad en la relación entre fuerzas políticas. La legislatura actual se cierra sin concesiones. Ni los partidos de oposición prestaron sus votos al Gobierno en ninguna de las grandes leyes y reformas aprobadas, ni el Gobierno aceptó ninguna de las propuestas de los demás. Si hubo alguna excepción (el pacto antiyihadista, por ejemplo), recuerden ustedes las condiciones. Esto tiene consecuencias de creación de distancia, de no ejercicio del diálogo, de imposición y un fondo de rencor. Ya no tiene arreglo; pero nos acordaremos de esos comportamientos cuando empecemos a echar en falta la estabilidad.