España está enredada. Es lo que escuchamos. Rajoy ha ganado las elecciones, pero lo tiene en chino para gobernar. A Pedro Sánchez se le presenta la opción de conocer la Moncloa, pero las puertas que unos le abren fuera del partido, otros se las cierran dentro. Ciudadanos rumia su decepción por su relativa irrelevancia y Podemos alardea de vencedor e impone sus condiciones. Tal es el guirigay que ya se habla de unas nuevas elecciones, lo que, se mire como se mire, sería una decepción democrática y una falta de respeto.
Los resultados nos han deparado un escenario complejo, es cierto, pero no puede ser de otra forma cuando la propia sociedad española es la que se ha ido revistiendo de complejidad en los últimos años. El problema no es el resultado electoral, sino que ahora mismo España es así. Y si es así, así habrá que gobernarla. El PP es el partido con diferencia que más escaños ha logrado y la derecha, si sumamos los diputados de PP, Ciudadanos, Democràcia i Llibertat y PNV, alcanza 177, es decir, mayoría absoluta. Obviamente, la presencia de los nacionalistas vascos y especialmente, la de los catalanes, hace imposible la unión de todos. Pero a aquellos que desprecian el resultado del PP y lo equiparan con un fracaso de la derecha en España conviene recordarles estos números. La derecha ha ganado y cualquier pacto de gobierno que vaya en contra de este hecho será, cuando menos, irrespetuoso con la realidad electoral.
Pero también es cierto que el paisaje que ha dibujado el resultado del 20N es el de una izquierda superior en votos y con un PSOE que puede gobernar si se entiende con Podemos y sus condiciones leoninas. Y por eso estamos ante un lío monumental. Porque ni unos, ni otros, asumen que a la hora de gobernar, además de desarrollar el compromiso adquirido con sus votantes, tienen otro con la ciudadanía de este país. Y la ciudadanía es la propia y la ajena.
Por ello, en una España tan dividida entre la izquierda y la derecha, y en la que ningún partido ha logrado la mayoría absoluta, ¿sería razonable que PSOE y Podemos pudieran imponer unas políticas de izquierdas a todo el país? ¿Sería igualmente razonable que el PP liderase un Gobierno que siga con la austeridad por bandera a pesar de la enorme contestación que la misma tiene en España?
Quizá el escenario tras las elecciones sea complejo, pero las urnas han hablado claro. Y han dicho que el Gobierno de España debe liderarlo la derecha. Y que esta deberá cambiar su austericidio por políticas de mayor protección social. Los votantes exigen que la corrupción desaparezca de una vez y de verdad y también sugieren que el problema catalán sea abordado de una manera diferente.
Esto es lo que han dicho las urnas. Otra cosa es lo que hagan los políticos con sus intereses personales y partidistas, que es lo realmente complejo y peligroso para España.