Ya han llegado a Auckland, ciudad de Nueva Zelanda casi antípoda de Barcelona, las carcajadas de los 337.794 electores que el 27 de septiembre del 2015 optaron por dar su voto en las elecciones autonómicas catalanas a la organización asamblearia, anticapitalista, secesionista, antipatriarcal, feminista y un punto anarquista que está detrás de las siglas CUP (Candidatura de Unidad Popular).
Los neozelandeses, gente de espíritu libre e independiente, curiosa y abierta a conocer otras culturas, se interesan vivamente estos días por la procedencia de esas risotadas que han arribado a sus costas y que expresan el regocijo con el que algo más de 3.500 españoles que habitan en Cataluña se desternillan de un señor que se llama Artur Mas y que está dispuesto a que le hagan vudú con tal de volver a ser presidente de la Generalitat de Cataluña para que le inhabiliten y procesen por dirigir al pueblo engañado a las costas del Garraf y precipitarle al Mediterráneo creyendo que se abrirán las aguas para alcanzar la tierra prometida de los Països Catalans.
El New Zealand Herald ha aumentado su tirada para informar ampliamente en sus versiones digital y en papel de la asamblea que 3.030 compromisarios de la CUP celebraron en Sabadell el 27 de diciembre para decidir si daban o no el voto de sus diez diputados (sexta fuerza parlamentaria) a la candidatura de Mas para presidir el Gobierno catalán, y que, ¡alehop!, alargó la expectación unos cuantos días más al producirse un empate a 1.515 votos, cuya probabilidad era del 0,00033003 %. Vamos, que adelantaron cuatro horas el día de los Santos Inocentes, al que tan aficionados son ellos y sus socios de Podemos.
Desde que el 10 de noviembre los electos de la CUP lanzaron el primer no al mentón de Mas, la expectación en Auckland ha sido máxima, superando con creces la que despertó la conquista del Mundial de rugbi 2015, el 31 de octubre, por sus míticos All Blacks. El diario NZH ha llegado a incluir en soporte digital la supuesta danza que habrían interpretado los asambleístas de Sabadell entre votación y votación, y que sonaba muy similar a la haka, el ritual maorí que interpretan los jugadores neozelandeses en el campo de juego, antes de enfrentarse a sus rivales.
La frenética actividad de la CUP está suscitando también interés entre los responsables de las principales agencias internacionales de publicidad, comunicación y relaciones públicas por el hito que supone alcanzar notoriedad mundial prolongada sin gastarse un euro, simplemente montando un sainete que dura desde el 10 de noviembre y que promete alcanzar su cénit el 2 de enero, o quizás el 10, fecha límite para que Mas sea investido presidente o se tengan que convocar otras elecciones en Cataluña, las cuartas en cinco años y medio, en la mejor tradición italiana de la década de los ochenta del siglo pasado.
Los comentaristas de las principales cadenas locales, nacionales e internacionales de radio y televisión creen que, con independencia de lo que decida el consejo político de la CUP, máximo órgano entre asambleas, dos diputados de esa formación se abstendrán finalmente en el Parlamento catalán y facilitarán con su acto que Mas se inmole. El interés está en saber el nombre de los dos traidores y por eso las apuestas en Londres se cotizan al alza.