Syriza le dijo a la sociedad griega que terminaría con las políticas de austeridad y renegociaría la deuda pública exterior, mientras el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, invitaba a los helenos a abandonar la zona euro. Syriza ganó las elecciones legislativas para no pagar la deuda, pero después de un referendo y otras elecciones, Alexis Tsipras firmó la prórroga de las políticas de austeridad de la UE y Grecia permaneció en el euro; luego ambos rectificaron. Análogamente, el desafío secesionista catalán, el cumplimiento de la ley o la unidad de España, no aparecen en el listado de los problemas del país en el barómetro de diciembre del CIS, aunque sí el terrorismo yihadista como única novedad e importante, porque es señalado como problema por uno de cada diez entrevistados.
La experiencia nos dice que en la política real y en la UE las cosas no se resuelven de forma unilateral, luego ya pueden decir lo que quieran los políticos, porque donde no hay mata, no hay patata. Dicho de otra forma, lo que dicen los políticos y comentan los periodistas es una cosa, pero la política real es otra; lo que sucede sirve para aprender y la gente aprende.
Podemos fijó la certidumbre plurinacional el 20D con 5,2 millones de votos en España; el votante sevillano de este partido puede ser un friki para Pedro Arriola, pero es español. Lejos de abandonar este lugar inexpugnable que el PSOE llama línea roja, Podemos lo ha condensado en un ministerio. Y esto subraya, por otro lado, lo mal asesorado que estuvo el rey Felipe VI en su discurso de Navidad. Porque en los resultados del 20D se lee, con nitidez, que España es un Estado plurinacional del suroeste de la Unión Europea para ocho millones de personas, que son los votantes de Podemos, IU (UP), ERC, Democràcia i Llibertat, PNV, EH-Bildu, BNG, Més y otros. Por lo menos, porque los votantes de Ciudadanos no son necesariamente uninacionales, son lo que resuelva la convivencia. En ese lugar teórico hay 5,5 millones de votos que no tienen nada que ver con el «soy español, español, español» interpretado por los treintañeros barceloneses de ese partido el 20D, una manifestación gratuita que les conduce a un lugar donde ya estuvo UPyD. Ahí solo hay 1,4 millones de votos, llaman a tu puerta los de la bandera con el águila y finalmente se fracasa. Porque decir que España es una nación o de lo contrario se rompe, es una necedad para el liberal o conservador europeo del siglo XXI.
Si tenemos que volver a votar será un fracaso de todos, perderán conforme a su culpa y ganará algún escaño quien menos pierda. Le toca a Pedro Sánchez presentar alguna idea el 30 de enero en el comité federal de su partido, que es quien decide. Si en el PSOE asumen que el concepto es Cameron, podrán alcanzar acuerdos con el entorno de Podemos y con el PNV, aunque esto parece del todo improbable. Si no, ni Sánchez ni Rajoy o, alternativamente, elecciones y volvemos a empezar para alcanzar la misma aritmética. El reloj se puso en marcha el 20D y marca dos años suceda lo que suceda, porque esta legislatura es preámbulo de otra constituyente.