La investidura

Jaime Miquel
Jaime Miquel LÍNEA ABIERTA

OPINIÓN

20 feb 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Se entiende que Mariano Rajoy quisiera evitar la votación de su investidura, pero quizá mejor que el rey quisiera proteger el 70 % de aprobación con el que entró en la primera ronda de contactos con los políticos. Aquello se puso difícil, porque el presidente en funciones declinó su ofrecimiento; Iglesias le dejó explicando a Sánchez lo que él a los periodistas; Joan Baldoví, el líder de Compromís, nos anticipó que Rajoy declinaría; Garzón le llamó ciudadano Felipe de Borbón, y otros pasaron de visitarlo.

Iniciada la segunda ronda de contactos sin un candidato a la investidura, Rajoy decía seguir buscando unos apoyos que no existen, pero no enredó al rey. El presidente en funciones debió suponer que si el rey le encargaba la investidura a Sánchez, este tendría que buscar los apoyos en Podemos, que había reunido 5,2 millones de votos planteando un refrendo en Cataluña. El rey no puede encargarle esto, debió pensar, luego seguiré en funciones y sin candidato a la investidura. Sin embargo, la idea ya era otra: conseguir la investidura de Pedro Sánchez con los votos de Ciudadanos y la abstención del PP. Ni apoyos, ni cálculos, ni historias, me traes tu segunda cosecha de calabazas y te lo agradezco, pero le encargaré la investidura a Pedro Sánchez. Finalmente, el rey sorprendió y protegió sus números.

Lo que nos explica que Mariano Rajoy, que se entera poco, porque ya ha anunciado que repetirá como candidato del PP si hay que anticipar elecciones, está situado a la contra de la mayoría social, que quiere acuerdos, y a la contra del propio sistema, que necesita un presidente de verdad en España. Lo contrario que Pedro Sánchez, porque tiene el encargo y trabaja por el acuerdo que quiere la mayoría. Tampoco era un salto en el vacío el sí de Ciudadanos, porque atendía el mandato de la investidura. La legislatura es otro cantar, donde no se hace nada sin contar con el PP, luego poco se podrá hacer y poco durará.

Pedro Sánchez llegó a tener 143 votos a favor y toda la presión sobre Podemos. Si se abstenía, Sánchez sería presidente. Pero Alberto Garzón y la oportunista Mónica Oltra, la vicepresidenta de Ximo Puig que ha anulado al nacionalista valenciano Joan Baldoví, le destrozaron esta aritmética. Ambos submarinos de Podemos se declararon incompatibles con Ciudadanos; o haces lo que te dice Iglesias o te dejaremos caer, le dijeron a Pedro Sánchez los amigos de Podemos que quieren ser ministros. Para esa investidura, los de Rivera votan en contra, y como España es plurinacional y el PSOE no, los demás también.

En la política real que no entiende la valenciana, si fracasa Sánchez nadie consigue la investidura y nos vamos a elecciones, lo que significa que los palmeros de Pablo Iglesias nos dejan a Rajoy donde él quería, que es en el poder y en la interinidad durante seis meses más, y luego ya veremos. Alternativamente, aparecen otros interlocutores en el PSOE y en el PP para pactar la gran coalición.