Cualquiera que tenga más de 50 años recuerda a Porky Pig, al Pato Lucas o a Bugs Bunny («El único conejo ganador de un Óscar») despidiéndose del público tras cada una de sus desternillantes aventuras con una frase que llegó a hacerse tan célebre en español («Eso es todo amigos») como en inglés: «That?s all Folks!».
La expresión podría ser hoy empleada por los dirigentes de Podemos para reconocer la idea que va calando en muchos de quienes, habiendo confiado en unos vendedores de humo, se despiertan ahora de un sueño convertido en pesadilla: «Eso es todo amigos».
Y es que los dirigentes de Podemos tuvieron la insolencia intelectual de poner a caldo a medio mundo (no claro, a dictadorzuelos como Chávez o Maduro o facinerosos como Otegi) mientras aseguraban que superarían unos vicios partidistas que creían haber descubierto ellos solitos. Hubiera bastado con leer el libro que sobre partidos escribió ¡en 1911! Robert Michels para haberse comportado con más prudencia y humildad. Pues sus críticas a la casta son de una bochornosa tosquedad comparadas con la ley de hierro de las oligarquías que teorizó el gran politólogo alemán, ley sociológica que sigue teniendo aún plena vigencia en todos los partidos, incluido Podemos, ¡por supuesto!
En lugar de eso, pertrechados por cuatro conocimientos cogidos a voleo y una insufrible superioridad moral que los llevó a presentarse como ángeles frente a la supuesta práctica diabólica de los mercaderes de la casta, los fundadores de Podemos anunciaron que con ellos se acabaría la vieja política y nacería otra, participativa, abierta, democrática, porosa? y amorosa. ¿Quién podía ofrecer más?
Ha bastado, sin embargo, la aparición de sus primeros problemas internos (pactar o no pactar con el PSOE, cómo hacer frente a la caída en las encuestas) para que el aparato que Iglesias controla férreamente haya recurrido a los modos leninistas que muchos llevamos tiempo denunciando, ahora completados con purgas de sabor claramente estalinista, como la de Sergio Pascual, culpable de repente de todos los males de Podemos.
Sí, «eso es todo amigos», o por seguir con uno de los más famosos Looney Tunes (Porky Pig), «lástima que se acabó el festival». No, Podemos no es un partido de la casta, es algo peor: la creación oportunista de un grupo de embaucadores que, un poco más informados que la media, se han valido de esa ventaja y del inmenso agujero negro creado por la crisis y las graves disfunciones que ha producido en nuestra democracia la profesionalización de los partidos, para pescar en río revuelto, convencidos de que nadie se daría cuenta de que detrás de su insolencia solo había un grupo de amiguetes capaces de convertir una descontrolada ambición en proyecto político de éxito. Éxito que, claro, comienza a declinar cuando se descubre («Eso es todo amigos») lo que hay de verdad tras la palabrería, la cursilería y los gestos exagerados de Podemos: simple y pura manipulación de una opinión pública tan harta como para estar dispuesta a agarrarse a cualquier cosa. ¡Incluso a Iglesias y a Podemos!