En la segunda parte del Quijote, el caballero de la triste figura le dice a Sancho: «Los refranes son sentencias breves, sacadas de la experiencia y especulación de nuestros antiguos sabios, y el refrán que no viene a propósito antes es disparate que sentencia». Casi en cualquier texto sobre estas paremias se dice que son fruto y compendio de la sabiduría popular. Es cierto que su origen es popular, pero recogen, más que la sabiduría, el modo de pensar y de ser del pueblo, con sus prejuicios y sus fallas morales, en distintas etapas de la historia. Así, por ejemplo, el refranero español es muy sexista, hasta el punto de que alguna guía para combatir el lenguaje discriminatorio y peyorativo para la mujer incluye entre sus principales recomendaciones la de identificar y eludir los refranes que incurren en esos pecados.
La equiparación de la mujer con animales, como una bestia más, está presente en un buen número de refranes: A mal caballo, espuela; a la mala mujer, palo que le duela; No ruegues a mujer en cama ni a caballo en el agua; Cabra, caballo y mujer, gordos los has de escoger.
No es mejor el trato a la mujer como un vegetal: Dar con buen melón y buena mujer, acierto es; El melón y la mujer, malos son de conocer.
El papel de la mujer como objeto doméstico está claramente adjudicado: Bien parece y bien están el asno en la cuadra y la mujer en el hogar; La mujer que no sabe cocinar y la gata que no sabe cazar poco valen; La mujer, en el hogar, sin salir ni a trabajar. Para el refranero, son seres de poco fiar: Amistad del poderoso, sol de invierno y amor de mujer, duraderos no pueden ser; En cojera de perro y lágrimas de mujer no has de creer; Amor de mujer y halago de can, no darán si no les dan.
Esta filosofía tabernaria suele hallar en la mujer la causa de todos los males del varón: La mujer y el vino hacen del hombre un pollino; El perro, mi amigo; la mujer, mi enemigo; el hijo, mi señor; De abril y de la mujer todo lo malo es de temer.
Entre esos refranes no faltan las referencias al sexo: El vino en bota y la mujer en pelota; El dinero es para gastar y la mujer para tocar; Mujer que al andar culea, bien sé yo lo que desea.
Tras refranes como los aquí recogidos no está la experiencia de los antiguos sabios de la que hablaba don Quijote, sino el machismo característico de la cultura española e hispanoamericana, que no se ha empezado a combatir hasta anteayer. Hay quien pretenderá disculpar algunas paremias como estas presentándolas como chistes, o situarlas en el momento en que surgieron, muchas veces varios siglos atrás, en un intento de contextualizarlas y justificarlas. Hoy no son concebibles más que en boca de maltratadores misóginos.