Iván Raña se proclamó campeón del mundo el 10 de noviembre del 2002. De alguna forma, fue el aldabonazo de lo que ha sido la mejor etapa de la historia del deporte gallego. Desde entonces, Galicia ha conquistado diez medallas olímpicas, cuatro de oro, cinco de plata y una de bronce, convirtiéndose David Cal en el deportista español más laureado en unos juegos. Pereiro ganó un Tour de Francia, Fran Vázquez fue drafteado en la NBA, Teresa Portela hizo acopio de un sinfín de medallas internacionales y Javier Gómez Noya ha logrado cinco títulos de campeón del mundo de triatlón. Una barbaridad.
Cuando parecía que el pentacampeonato de Javier era la guinda a una época dorada del deporte gallego, ha llegado el Princesa de Asturias. Al ferrolano le cae el reconocimiento una vez que se ha convertido en una referencia mundial, no solo en el triatlón, sino en el deporte en general. No hay más que ver las grandes firmas que aparecen en sus equipaciones para darse cuenta de qué estamos hablando, porque Gómez Noya corre con la bendición de Telefónica, Banco Popular, Mitsubishi, Pamesa...
Trabajando como la hormiguita ha conseguido un palmarés estelar y en estos últimos años y, especialmente en estas dos últimas temporadas, ha recogido el fruto de su esfuerzo para pasar a ser el deportista gallego que más triunfa deportiva y económicamente. Se ha ganado cada uno de sus cinco mundiales, sus cuatro europeos, su plata olímpica, sus 14 triunfos en pruebas de la Copa del Mundo y sus doce en las series mundiales. Más de medio centenar de podios en estas carreras y un sinfín de títulos nacionales e internacionales incluso en distancias diferentes al triatlón olímpico.
Javier Gómez Noya venció de joven y vence de veterano. Ha dado buena cuenta de triatletas de diferentes generaciones, ganando cuando era insultantemente superior y también cuando era claramente inferior. Si en algo ha superado a sus rivales ha sido en ilusión, mentalidad, método y sacrificio. Y nunca perdió el apego a su tierra, donde le encanta estar y adonde regresa en cuanto puede. Porque para eso es un gallego extraordinario.