Podemos y su proyección territorial

OPINIÓN

15 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

El acuerdo de Podemos y En Marea para presentarse juntos en las elecciones del 25 S podría parecer una rendición de los primeros, que se añadiría al aireado fracaso de no haber superado al PSOE en las elecciones del 26 D. En realidad, ha sido el triunfo de su planteamiento ideológico que le ha permitido convertirse en menos de dos años en un árbitro de la política española. Su meollo, como el propio Iglesias ha dejado escrito, es conseguir lo que al antiguo PCE pretendía, pero puesto al día, con propuestas, lenguaje y actitudes diferentes. En último término, la refundación de un sistema de convivencia, considerada en general como casta, cuya necesidad de sustituir vendría avalada por la crisis y sus efectos perversos. A ese fin se ajusta la táctica de un pragmatismo variable: en solitario cuando puede o en coalición, cuando le conviene por cálculos electorales que resultaron fallidos con IU o cuando no puede ir solo a las urnas. Así se fraguaron confluencias en Cataluña o en Galicia. Una fórmula ingeniosa, no despreciable, que permite convivir a un partido unitario con una suerte de confederación en concretos territorios. Su ductilidad y eficacia se ha puesto de manifiesto en dos territorios emblemáticos, donde ha sido la más votada. En el País vasco con la marca Podemos, y en Cataluña, con la de En Podem. Las variaciones de la fórmula sirven al común objetivo fundamental, sin lugar a dudas, tanto en sus aspectos negativos como en los propositivos, con alguna adaptación a aspiraciones territoriales que, sin identificarse con las de nacionalistas, se aprovechen de su aroma. De algún modo es lo que se pretende aquí con el partido instrumental. El adjetivo es bien expresivo y no engaña. El propio Iglesias lo ha corroborado. La unidad está por encima «cuando nos jugamos el cambio en Galicia. Podemos estará con En Marea sea cual sea la fórmula». No es nada sorpresivo. La formación de En Marea incluida la rapidez, seis meses apenas, la procedencia de sus dirigentes y seguidores, y sus objetivos son equivalentes a los de Podemos. La enumeración de las más de treinta siglas que componen Mareas en Común lo constata, comenzando por Anova y EU. El planteamiento formulado en relación con el Estado se adapta inteligentemente a lo autonómico. En Madrid, el único grupo parlamentario es Podemos; en Galicia será el de En Marea. Es palmario que la pretensión es desbancar a Feijoo de la Xunta, pero un objetivo primero y alcanzable es el sorpasso al BNG en disputa por la preeminencia de una representación del territorio.

Si la marea de las elecciones fuese propicia rebasaría también al PSOE; una edición de lo que no pudo ser en el ámbito del Estado. La singularidad constitucional de Galicia perdería sentido y su identidad cultural en su sentido más amplio pasaría a segundo plano, recortada cuando no instrumentalizada. La posición del PSG sería entonces decisiva, como es ahora la del PSOE, para que exista un gobierno.