Limitación de mandatos, ¿y de privilegios?

OPINIÓN

17 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Pocos votantes se opondrán a fijar un número máximo de mandatos para la presidencia del Gobierno (aunque sea difícil de legislar en un sistema parlamentario, hasta el punto de que el Reino Unido no pudo), pero menos si se limitan los privilegios posteriores y se pone fecha de caducidad al actual sueldo vitalicio, coche con chófer, secretaría con dos funcionarios de nivel 30 y 18, dotación para gastos de oficina, alquiler de inmuebles y atenciones de carácter social, seguridad, viajes gratuitos por tierra, mar y aire, y compatibilidad absoluta con la pertenencia a consejos de administración y patronatos. Y parte heredable para su viuda o persona próxima.

Lo mismo vale, con más razón, para los ex presidentes de comunidades autónomas, que como José Bono, Jordi Pujol (al que se lo suprimieron a raíz de la popular herencia del abuelo Florenci), Artur Mas, Carlos Garaikoetxea, Antonio Ardanza, Francisco Camps, Gerardo Fernández Albor, Fernando González Laxe, Emilio Pérez Touriño y otros ex presidentes de Castilla-La Mancha, Cataluña, País Vasco, Valencia, Galicia, Navarra y Castilla y León, tienen un momio similar como si hubieran sido presidentes del imperio. Algunos han renunciado, como Eduardo Zaplana, María Dolores de Cospedal, Yolanda Barcina, José María Barreda y Patxi López, y les honra. Otras comunidades que lo tenían lo han suprimido: Madrid, Extremadura y Andalucía. Y varias no los han establecido nunca y las distingue: La Rioja, Aragón, Cantabria, Asturias, Baleares, Canarias y Murcia, junto a las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla.

Aprovechando la negociación entre el PP y Ciudadanos en este punto de la limitación de mandatos por «acuerdo de caballeros o derecho consuetudinario», también conviene derogar esa otra sinecura que organizó José Luis Rodríguez Zapatero para vivir del contribuyente hasta el fin de sus días: la de que todo ex de la presidencia del Ejecutivo sea miembro nato y vitalicio del Consejo de Estado (puede renunciar y es incompatible con trabajo privado). Y de paso que Mariano Rajoy y Albert Rivera propongan otro tanto con los llamados por varias comunidades consejo consultivo (¿de qué?), donde se acumulan ex a ritmo trepidante.

Está bien y hasta es conveniente que los ex presidentes del Gobierno de España gocen de estas condiciones durante un tiempo prudencial (¿dos legislaturas?), por eso de la dignidad del cargo, evitar puertas giratorias o amasar en el puesto fortunas ilícitas como hacían los expresidentes mexicanos para cuando llegase el fin de su prolongado reinado. Pero rebasada esa temporada, que abandonen el confortable colchón del contribuyente y del dolce far niente y se ganen el sustento con el sudor de su frente. Además, y dada la longevidad de los españoles y la tendencia a hacer presidentes a barbilampiños, porque en nuestra reserva espiritual de Occidente podríamos acumular más jarrones chinos que la dinastía Ming.