No hay nada que esconder. Solo son casualidades. José Manuel Soria tenía derecho a solicitar el puesto en el Banco Mundial, por su acreditado currículo logrado exclusivamente a base de esfuerzo personal, sin que los nombramientos a dedo tuviesen nada que ver. Es casualidad que su nombre haya aparecido en los papeles de Panamá y que él no se acordase de nada.
Es mera casualidad que a nadie en el PP se le ocurriese mencionar antes la propuesta. Había que esperar a que fuesen en Washington las 14 horas del último día de plazo, dijo Luis de Guindos. Es casualidad que coincidiese con el momento exacto en que Mariano Rajoy perdió la votación de investidura.
Solo casualidad. Tan siquiera influyó el temor a que torcidas mentes ciudadanas relacionasen la propuesta con las de regeneración y la catarata de medidas contra la corrupción de las que presume Rajoy.
Casualmente, algunos dirigentes del PP manifiestan sentir vergüenza ajena por esta propuesta.
Mera coincidencia.
Como casual es que fuese en materia de regeneración donde Ciudadanos logró menos cesiones en su ya extinto pacto con el PP.
O que fijar la sesión de investidura para el 30 de agosto hiciese coincidir las terceras elecciones del año con el día de Navidad.
O que apareciesen votos nacionalistas espontáneos en la elección de la Mesa del Congreso.
O que el PP tenga tres tesoreros imputados. O que se borrase decenas de veces un ordenador en el que no había nada de particular, aunque casualmente era el de un tal Luis Bárcenas.
Hay personas y organizaciones a las que persiguen las casualidades.