Triunfo de Feijoo y desastre del PSOE

OPINIÓN

27 sep 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha sido un triunfo personal de Feijoo. No hay que darle vueltas; los datos han sido contundentes. Lo certifica que se haya centrado en su imagen la campaña electoral, programada hasta lo mínimo, y en la responsabilidad de sus años de gestión durante una etapa de crisis que erosionó al PP. Podría decirse que aceptó y ganó el reto de todos sus oponentes que solo tenían claro en común desplazarle de la Xunta; en algún caso como medida de emergencia para librar de una pandemia al pueblo gallego. Pero más allá de lo que suponga para el futuro político y profesional del vencedor y para Galicia, el resultado de las elecciones, tanto aquí como en el País Vasco, tienen una relevancia para todo el país y el inmediato futuro. En ambas comunidades autónomas se percibe que baja la marea de Podemos y confluencias. Aquí, algunos que habían abandonado el BNG para incluirse en un nacionalismo instrumental han regresado y hecho posible el grupo parlamentario. No ha sido una debacle de los populistas, pero la autosuficiencia con que partieron queda disminuida. Es cierto que En Marea consiguió uno de sus objetivos, pero el sorpassiño a los socialistas ha quedado lejos de sus aireadas aspiraciones.

El fracaso del PSOE en las dos comunidades autónomas, en las que Pedro Sánchez se implicó personalmente, después de los avisos de las dos elecciones generales, municipales y autonómicas, deja muy tocado al líder socialista, que sigue encastillado en su posición. Cuenta con respaldo de una militancia alejada del socialismo que gobernó en España. Por eso no es fácil para sus críticos removerlo de un cargo para el que fue elegido. Algo comparable con lo que acaba de ocurrir en la confirmación de Corbyn en el laborismo británico. Se trataría de una mera cuestión de partido, si no fuera porque bloquea la solución de un problema general: terminar con la larga interinidad en el Gobierno de la nación o quedar abocados a terceras elecciones. De ahí la importancia que tiene el comité federal convocado y lo que en él se acuerde.

Por qué esa cerrazón de Sánchez. En el juego que se esconde detrás del «no, es no» a Rajoy, está el intento de ser presidente y/o seguir de secretario general. Lo primero solo es posible con los votos de Podemos, ERC, CDC y PNV. El comité federal aprobó no pactar con los independentistas, pero esa línea Maginot no es inexpugnable. Es en el seno del PSOE donde ha de encontrarse la fórmula que haga posible constituir otro Gobierno. Para ello, en último término, usando con perdón un símil taurino, «al toro hay que darle salida; si no, embiste». Es cierto que no será fácil un Gobierno del PP constituido gracias a una abstención desde la bancada socialista. Pero una mayoría suficiente que evite las disfunciones que aquel pueda tener no es algo seguro que se obtenga en esas nuevas elecciones. No se puede tener a los ciudadanos en la situación límite de las últimas gallegas, ni tampoco favorece la convivencia.