A ver si ahora dejan de mirarse el ombligo. Hay demasiadas decisiones pendientes, graves y urgentes.
Tarde y mal, el PSOE tomó al fin la decisión que aplazó demasiado tiempo. Desnortado, al borde de la ruptura y a la espera de un dramático congreso en el que traten de encontrar la identidad perdida, pueden seguir absortos en sus discrepancias y en qué hacer con los que rompan la disciplina de voto en la investidura. O empezar a preocuparse por el tipo de oposición que hacer al futuro Gobierno.
Rajoy tendrá que salir del plácido reposo de un Ejecutivo en funciones que toreó el control parlamentario, y ponerse a la tarea de gobernar en precario o ir a nuevas elecciones en primavera.
Podemos deberá decidir cómo sale de su laberinto para avanzar en la construcción de una alternativa sólida y real.
Tienen a todo un país esperando a que dejen de mirarse el ombligo. Empezando por los pensionistas, asustados por el oscuro horizonte que dibuja una hucha casi vacía y una reforma del sistema que nadie se atreve a abordar. Siguiendo por millones de trabajadores, parados sin prestación, en activo pero sumidos en la pobreza por salarios que no dan para vivir, o con la espada de Damocles de regulaciones de empleo, o desmoralizados por unas condiciones de trabajo que empeoran cada mes. Continuando por estudiantes desconcertados ante la incierta aplicación de una reforma que generó amplio rechazo en la comunidad educativa, o jóvenes que contemplan desde su exilio laboral cómo siguen sin plantearse alternativas para su retorno.
Millones de ciudadanos llevan demasiado tiempo esperando a que sus representantes salgan de sus burbujas.