Nostradamus se equivoca

Ramón Pernas
Ramón Pernas NORDÉS

OPINIÓN

07 ene 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada año que comienza, el testimonio de Michel de Notre Dame, más conocido como Nostradamus, anuncia catástrofes sin fin, terremotos monstruosos y crisis de las superpotencias. Sus profecías fueron escritas en 1555, y caducan en el año 3795, que es cuando pronostica el fin del mundo.

La lectura sistemática de un diario, de un periódico, a lo largo de los trescientos sesenta y cinco días del año, será coincidente con las ocho o diez profecías más relevantes del visionario o pitoniso para este año. No hace falta más, y por supuesto acaecerán terremotos en algunas partes de la Tierra, como sucede con frecuencia, lo que no precisa es dónde temblará. La crisis financiera de Italia está cantada, es una profecía ya adelantada por el Wall Street Journal o por Il Sole 24 ore, y qué decir de la muerte de uno de los dos papas de Roma, aunque asegura Nostradamus que fallecerá el papa, sin matizar cuál de los dos, si el sabio teólogo dimisionario o el mediático y neopopulista Bergoglio.

Está claro que no es necesario ser vidente para asegurar la hegemonía del capital chino en el mundo. Interpretar el nuevo imperio desde las señales difícilmente traducibles al mundo de hoy cinco siglos más tarde, entra de lleno en el territorio de la casualidad programada, de ver señales e indicios donde solo hay literatura esotérica.

Claro que los chinos, así entendidos genéricamente, experimentan un avance imparable. Partido a partido, como diría Simeone, y acaso esté cambiando el centro de gravedad del mundo, justo en vísperas del mandato del nuevo presidente norteamericano Trump, que eso sí que puede ser una catástrofe anunciada. Entramos de lleno en la era Trump, que parece anunciar todo un catálogo de catástrofes desde una estrambótica dirección política que agitará muchas de las conciencias biempensantes.

Nostradamus avisa del nuevo paradigma que se abre con la presidencia del líder republicano, que trastocará los planes para un crecimiento sostenible -estos términos son de un lenguaje pos Nostradamus-de los países latinoamericanos.

El incremento del terrorismo no es una profecía , es una obviedad, como el cambio climático que se está consolidando pese a la obcecación de los negacionistas, o el crecimiento de las nuevas fuentes de energía.

El mundo ya no es lo que era, se han trastocado los valores que sostenían el entramado de la cultura occidental, el hombre se está olvidando de Dios y cree cada vez más, a pies juntillas, en los designios apocalípticos de los viejos seudoprofetas que asustan a las buenas gentes con sus banales diagnósticos anuales.

Con lo que no puede Nostradamus, y ni siquiera Papá Noel es con la magia anual de los Reyes Magos, justo cuando Melchor, Gaspar y Baltasar ya han emprendido el camino de regreso al país de la magia, donde vive todo el año la imaginación que crea, la misma que combate el cúmulo de designios negativos que anuncian los seguidores de Nostradamus. No podrán.