Federico Trillo podría haber sido recordado como el autor del simpático «¡manda huevos!» que pronunció cuando era presidente del Congreso. O por aquel cómico «¡Viva Honduras!» cuando quería decir El Salvador. Aunque, puesto a hacer el ridículo, fue insuperable su narración de la gloriosa gesta de la toma de Perejil: «Al alba y con tiempo duro de levante...». Pero para hacerse una idea cabal del personaje conviene saber que fue quien dijo que Gürtel era «un montaje de la policía dirigida por Rubalcaba y de la fiscalía dirigida sectariamente por Cándido Conde-Pumpido y sus fiscalas». En un mitin en el 2011, Rajoy le agradeció los servicios prestados de forma enigmática: «Has estado también ahí, ocupándote de temas que no vamos a calificarlos». Esos «temas» eran ni más ni menos que su labor en la sombra para obstaculizar el esclarecimiento de casos de corrupción de su partido aprovechando sus contactos judiciales. Sin embargo, por lo que de verdad será recordado es por su ignominiosa gestión del accidente del Yak-42, en el que murieron 62 militares españoles obligados a volar en un avión de la muerte pese a las advertencias de que era muy peligroso. El «gallardo» ministro se lavó las manos y echó la culpa de todo a sus subordinados. Rajoy recompensó al hombre que sabe demasiado de los secretos más oscuros del PP con la embajada de Londres. Hace unos días, el presidente declaró impertérrito que no había leído el informe del Consejo de Estado, emitido dos meses antes, que deja claro que el siniestro pudo evitarse. Añadió que la responsabilidad penal ya estaba sustanciada y que el suceso ocurrió hace muchísimos años. Como si no existiera la responsabilidad política y el paso del tiempo fuera relevante en un caso sin cerrar. ¡Manda huevos!