Andan los partidos de congresos y asambleas, a vueltas con sus líderes, confirmándolos (PP, Ciudadanos), conformándolos (En Marea), confrontándolos (Podemos) o confundiéndolos (PSOE). El aparato de cada partido insiste en que lo importante es el proyecto, no el líder; sin embargo, al ciudadano le importa más el líder que el proyecto, como le importa más el óscar al mejor actor que al mejor guion. Unos creen que faltan líderes, sobre todo mujeres; otros que sobran, pues el país va mejor cuando ninguno lo lidera; algunos no saben bien qué es un líder, pero admiten que lo necesitan. Entretanto, los asesores de imagen deciden si el líder debe llevar chaqueta, corbata o coleta.
No es fácil definir el liderazgo. Ya decía Stogdill: «Existen casi tantas definiciones de liderazgo como personas han tratado de definir el concepto» (aparte de los que ya se definen a sí mismos como líderes). Para que haya un líder, ha de haber no solo seguidores del mismo, sino objetivos coincidentes, propósitos comunes, capacidades individuales, intenciones colectivas y responsabilidades compartidas. El líder es líder o no es. Dicha perogrullada significa que no hay tantos tipos de liderazgo, sino distintas formas de ejercer la autoridad que se supone a todo líder. El líder tiene que tener carisma; el carisma es la capacidad de generar entusiasmo; el entusiasmo no se genera solo con la oratoria, sino con el ejemplo; un líder que acaba como consejero de una multinacional pierde el carisma.
Cuando en vez de liderazgo hay compadrazgo, es decir, cuando en los congresos y asambleas hay compadreo, de ellos puede salir un líder orgánico, pero no un líder social. Puede salir incluso un buen gestor, pero no un líder; un líder sabe qué hacer, un gestor solo sabe cómo hacerlo. Un líder democrático, no autocrático, se pone en el sitio de los demás y pone a los demás en su sitio. Un líder tiene palabra, no verborrea para engatusar. Un líder se marca objetivos trascendentes, no atiende a intereses particulares. El que intenta conducir a los demás, pero no es capaz de conducirse a sí mismo, no es un líder. El que se cree que tiene madera de líder, pero no resiste el primer incendio, no es un líder. Como señala Arieu: «Un líder es la persona capaz de inspirar y asociar a otros con un sueño». Comprobando la escasa valoración de los líderes en las encuestas del CIS, se ve que no hacen soñar a los ciudadanos, quizás por lo que dice Shakira: «A los líderes les falta amor y al amor, líderes».